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La República de las Letras

Humberto Musacchio

Humberto Musacchio

La República de las letras

 

CENTENARIO DE VLADY

Vlady nació en Rusia hace cien años. Hijo del bolchevique Víctor Serge, sufrió con él la persecución estalinista que los llevó a París en 1936 y cuatro años después los trajo a México como asilados políticos. Aquí, el pintor desarrolló su exitosa y no siempre comprendida carrera artística, fue cofundador de la galería Prisse, donde nació La Ruptura, fenómeno que pintó su raya frente a la llamada Escuela Mexicana de Pintura, aunque, paradójicamente, le tocó al gran maestro ruso y nuestro culminar el movimiento muralista en la Biblioteca Lerdo de Tejada. Creador siempre atento a los avatares de la política, sobre todo de la izquierda, apoyó a los grupos trotskistas y se le veía exultante cuando se constituyó el Partido Revolucionario de los Trabajadores. Contaba con humor que sólo él podía decir con propiedad “¡Me cago en Lenin!”, porque, en efecto, alguna vez el Vlady bebé defecó sobre el líder bolchevique cuando éste lo tenía en sus brazos. El mejor homenaje que le podemos rendir al gran artista es visitar su museo de la calle Goya, en Mixcoac, o la Biblioteca Lerdo de Tejada, en República del Salvador, entre Bolívar e Isabel la Católica, donde burócratas ignorantes e insensibles han ido llenando de estanterías la nave principal de esa biblioteca, lo que impide una visión cabal de los murales. ¿Hasta cuándo, Arturo Herrera?

 

JULIO RUELAS, 150 AÑOS

La mayoría de los mexicanos quizá nunca hayan leído algún artículo de la Revista Moderna ni recuerden siquiera el nombre de alguno de los autores que escribían en esa publicación, pero todos, aunque no lo sepan, han visto uno o más de los espléndidos dibujos de Julio Ruelas, quien nació hace 150 años. Nihilista, misógino, irreverente y necrófilo, académico a su pesar, con pleno dominio de las formas clásicas y muy obviamente atado a una influencia que llega hasta la imitación de Felicien Rops y Arnold Boecklin, fue provocador, sin llegar a oponerse a la dictadura porfirista, pues, como todo modernista, se sentía despreciado por “filisteos y burgueses” y era, como sus camaradas, apologista del ajenjo, El Hada Verde que les permitía fugarse del mundo insensible que los rodeaba. Amado Nervo acertó al señalar que las creaciones del zacatecano “se retuercen sin esperanza en limbos tétricos”, son “pesadillas inenarrables, tormentos, cautiverio, embrujos”. Sí, expresan la sensibilidad de un relevante sector de la intelectualidad porfiriana.

 

LA MAGIA DE LOS NOMBRES

Circulan en internet las fotos de negocios con nombres evocadores: una frutería bautizada como John Lemon y otra Dolce & Banana; una carnicería: Paul Mac Carne; la panadería llamada Bread Pitt; la tienda de carnes frías Tután Jamón; la peluquería Barber Streisand; la emborrachaduría Cantina Turner, con retrato de la diva en alto contraste; el gimnasio Gym Morrison; el expendio de agua congelada Hielo Submarine; y el de productos de abeja Miel Gibson; la casa que vende artículos para exploradores: Indiana Jeans; la tintorería es Clean is Good y, el mejor de todos, es el muy adecuado nombre del motel Rapid-Inn. Eso es ingenio. Hasta dan ganas de abandonar el confinamiento.

 

BREVIARIO…

Murió Guillermo Fernández, gerente del Fondo de Cultura Económica, quien militó en la Juventud Comunista y durante el movimiento estudiantil de 1968 fue representante de la Escuela Nacional de Economía de la UNAM, por lo cual, después de la matanza tlatelolca, fue obligado a exiliarse. @@@ Como se esperaba, HBO suspendió el programa de Chumel Torres, pero Sergio Mayer, presidente de la Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados, dice que las tonterías de Chumel son “expresiones de la cultura popular (y) son parte fundamental de una democracia sana y participativa, y deben ser respetadas”. ¿De veras? Que le pregunte a la doctora Beatriz Gutiérrez
Müller
qué opina.

 

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