Palenque y Acapulco, una oportunidad fallida y una tragedia
Días aciagos debieron ser para el presidente López Obrador cuando fue informado del huracán Otis que había devastado buena parte del puerto de Acapulco y sus alrededores. Difícil aceptar que la información que recibió no fue suficiente para entender la magnitud del ...
Días aciagos debieron ser para el presidente López Obrador cuando fue informado del huracán Otis que había devastado buena parte del puerto de Acapulco y sus alrededores. Difícil aceptar que la información que recibió no fue suficiente para entender la magnitud del daño y las múltiples ramificaciones de éste, empezando por los fallecimientos de un número todavía no precisado, de lesionados, la destrucción de cientos de casas, edificios, hoteles, restaurantes, comercios y avenidas que, en unas horas, quedaron irreparablemente dañadas.
El Presidente ha sostenido desde el inicio de su carrera política que su prioridad son “los pobres”, combatir la corrupción y la desigualdad económica y social que caracteriza a México. Lo anterior se ha traducido en diversos programas sociales a los cuales ha destinado millones de pesos como el de Jóvenes Construyendo el Futuro que, por cierto, no sabemos si existe una evaluación seria, independiente de sus resultados.
El Presidente se embarcó en el desarrollo de obras de infraestructura costosas y de impacto comunitario cuestionado, como son el Tren Maya y la refinería de Dos Bocas en Veracruz, las cuales muy probablemente serán heredadas, sin operar, a la próxima administración.
La historia dirá si tenía razón, pues si esos recursos se hubieran destinado a financiar la creación de microempresas, de pequeños o medianos negocios para generar empleos fijos los beneficios serían mucho mayores.
La llegada del huracán Otis vino a exponer que hay necesidades mucho más apremiantes en todo el territorio nacional, las pobres condiciones de servicios básicos en las zonas afectadas, la dependencia del empleo y de su ingreso por medio del turismo esperable en el puerto, ha creado una crisis de proporciones catastróficas.
Como bien dice Jesús Silva Herzog Márquez: “¿Cuánta responsabilidad carga el gobierno por no alertar lo que venía?… no es responsable del huracán. Pero lo es sin duda de la falta de preparación y lo es aún más por la respuesta ante la desgracia… Morena no es responsable del huracán. Es responsable, en primer lugar, de haber dejado a Guerrero sin gobierno… es responsable de que Evelin Salgado ‘gobierne’ Guerrero y por lo tanto, del abandono que su nulidad implica”.
Guerrero es el estado más pobre del país, ha sufrido de pésimos gobernadores que se han enriquecido impunemente, hoy lo azota la delincuencia organizada que extorsiona, agrede y asesina a quienes no pagan su “derecho de piso”.
El deterioro es notable desde hace mucho tiempo en los negocios que están a lo largo de su avenida principal. Por ello fue que se desarrolló la zona conocida como Punta Diamante, donde se construyeron lujosos edificios, fraccionamientos, restaurantes, y todo tipo de comercios de alto nivel. Pero eso no la salvó de la furia de Otis. Tomó por sorpresa a los cientos de empresarios que asistían a un evento sobre minería.
Unas semanas antes, López Obrador fue anfitrión de una reunión a la que convocó a los jefes de Estado de Centroamérica, Cuba, Venezuela y Haití, su objetivo era unificar una visión sobre los retos que les plantea la salida de decenas de miles de sus nacionales que emigran hacia Estados Unidos.
La premura en su convocatoria, la ausencia de claridad de los objetivos buscados y la complejidad del tema derivó en un largo comunicado en el cual se plasmaron todo tipo de propuestas, reclamos y expresiones demagógicas, como responsabilizar a Estados Unidos de dichos flujos migratorios.
No obstante, el Presidente ofreció presentar este documento a Biden en su próximo encuentro. Más allá de una amable sonrisa, el ocupante de la Casa Blanca tendrá su mente en asuntos que demandan su total involucramiento.
Reúno en esta colaboración dos temas en apariencia distintos por tener un elemento común: son muestra de la errática e improvisada manera en que López Obrador administra su gobierno, de la ausencia de su equipo de trabajo, pues la conocida centralización de todas las políticas, acciones y trabajos deben ser aprobadas por el mandatario con antelación.
Como mejor lo expresa Silva Herzog: “Otis exhibió las varillas del lopezobradorismo. Su demagogia esconde incompetencia e insensibilidad. Su retórica popular disfraza una perversa centralización militarista”.
