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Encrucijada migratoria (final) El acuerdo migratorio

Gustavo Mohar

Gustavo Mohar

“Ellos nos necesitan a nosotros, nosotros no los necesitamos No estoy preocupado por los aranceles. México envía a Estados Unidos 500 mil millones de drogas, es una invasión sin armas.” Donald Trump, 4 de junio,2019. Tres días después de hacer esa declaración, Trump felicita al Presidente de México y al canciller Ebrard por el trabajo que permitió alcanzar un acuerdo migratorio para “reducir o eliminar la inmigración ilegal que viene de México a EU”. Sus resultados serán evaluados a los 90 días de este anuncio.

A cambio de ello, suspende “en definitiva” la aplicación del 5% de aranceles a las exportaciones mexicanas hacia su país, amenaza que estaba decidido a cumplir, no obstante atentar contra lo acordado en el TLC, de las reglas establecidas en la OMC y, sobre todo, de los beneficios del intercambio comercial entre miles de empresas ubicadas en ambos países. Habrá que guardar ese tuit para que no se le olvide.

Nunca un presidente de EU nos había denostado así, no olvidemos su dicho: “por la frontera sur cruzan todo tipo de criminales, violadores, traficantes de drogas, por eso construiremos un gran muro que México pagará”. Su retórica antiinmigrante fue parte muy relevante en su campaña por la Casa Blanca. Todo indica que será recurrente en su búsqueda por su reelección en 2020. Él se queja del tránsito por México de cientos de miles de familias centroamericanas para solicitar asilo al escapar de la pobreza extrema y la violencia que azota a Guatemala, Honduras y El Salvador.  No subestimo la dificultad que enfrentó el gobierno mexicano. Basta observar la mirada adusta, arrogante, del vicepresidente Pence y varios de los secretarios del gabinete de Trump hacia la delegación mexicana al iniciar las conversaciones. Sin embargo, ¿qué hubiera pasado si esa mesa se hubiera reunido unos días después que entrara en vigor el 5% de arancel con el que Trump amenazaba?, ¿hubiera resistido su gobierno la unánime oposición a su iniciativa, empezando por su propio partido?

En mi opinión, este grave incidente pone en duda la posibilidad de tener una relación estable, predecible, equitativa y respetuosa entre ambos gobiernos durante los próximos años. Trump nos ha dado evidencia que no es un socio confiable, menos un amigo.  Me parece también que, más allá de esta coyuntura, debemos entender que este “acuerdo migratorio” no implica un profundo cambio en la relación migratoria entre los dos países, tal vez el tema más sensible para millones de paisanos. Al aceptar México desplegar seis mil miembros de la Guardia Nacional en la frontera con Guatemala y un acuerdo que nos obliga a recibir a un número indeterminado de centroamericanos a que esperen la decisión de las autoridades migratorias de EU si proceden o no sus solicitudes de asilo, hemos sentado un precedente histórico: militarizar nuestra frontera y asumir el enorme reto de proveer habitación, alimento y salud a extranjeros en nuestras ciudades fronterizas por un tiempo que puede durar varios meses o más. ¿se acordó que EU colabore con el financiamiento de este costoso operativo?, ¿cómo reaccionarán las autoridades y poblaciones en Tijuana, Piedras Negras, Ciudad Juárez, Nuevo Laredo?

Ante esta realidad, hay que preguntarnos qué hacer de ahora en adelante; tenemos que aprender a generar más inteligencia sobre nuestro vecino. Es sintomático que no tengamos múltiples centros de estudio dedicados a identificar con oportunidad las tendencias políticas y sociales que recorren la cambiante sociedad estadunidense. Poder anticipar hacia dónde va su política interna, su economía, su geoestrategia global. Su conocimiento profundo nos permitirá construir firmes alianzas de manera gradual, hilvanar fino y profundo para lograr una mejor opinión sobre México y los mexicanos en la compleja sociedad estadunidense. Estar preparados no sólo para reaccionar cuando vuelvan a surgir ataques como el que acabamos de sufrir, sino tomar iniciativas que sensibilicen a esos actores sobre la conveniencia de tener una buena relación con el “vecino incómodo” en que nos ha convertido Trump.

Los grandes perdedores de este lamentable evento son los hombres, mujeres y sobre todo, los niños centroamericanos. El despliegue de contención que México y Guatemala establecerán en la frontera común tendrá un efecto disuasor. No sé por cuanto tiempo, ni de qué escala, pero sin duda obligará a muchos potenciales merecedores de la protección que gozan los refugiados a continuar siendo víctimas de la violencia y su marginalidad.

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