2024

En México, 2024 pondrá a prueba nuestra democracia, en especial, la credibilidad y prestigio de que goza el órgano electoral y la participación de los ciudadanos

Cada 12 años se empatan las elecciones presidenciales en México y en Estados Unidos, cada dos de nuestros ciclos sexenales coinciden con la campaña equivalente en el vecino del norte por la reelección de su presidente.

El presidente Biden ha anunciado su intención de buscar un segundo mandato, no obstante haber nacido el 20 de noviembre de 1942, con lo cual, de ser electo, terminaría su segundo periodo con 84 años, convirtiéndose así en el mayor de todos los que han ocupado la Casa Blanca.

Las encuestas levantadas indican que la mayoría de los entrevistados no apoya su decisión, no por dudar de su capacidad, incluso, su popularidad, sino por pensar que más de una vez, su salud ha dado muestras de estar frágil, se ha caído al tropezarse o no poder sostenerse, por ejemplo, al bajar la escalera del avión presidencial. A ello se suman varios lapsus de memoria o de orientación al retirarse de un foro público. En 1988 fue hospitalizado por dos aneurismas cerebrales.

Esto no quiere decir que hoy esté incapacitado, su equipo cercano y todo aquel que tiene oportunidad de conversar con él, coinciden en su lucidez y detallado conocimiento de los temas que se le plantean.

Sobra decir que es difícil encontrar una mayor responsabilidad de la inherente a ser presidente del país más poderoso del mundo, hay que recordar que fue un activo vicepresidente de Obama por ocho años en los que tuvo acceso a los reportes de inteligencia más sensibles, viajó extensamente y se entrevistó con los principales jefes de Estado, entre otros con Vladimir Putin y el líder chino, Xi Jinping.

Todo indica que se enfrentará a Donald Trump, quien, a pesar de haber terminado su mandato de manera vergonzosa, fue acusado de cometer varios delitos y estar sujeto a una seria investigación del Departamento de Justicia, sigue siendo el favorito del partido Republicano para competir con Biden.

En México, en 2024 tendremos el número más grande de elecciones: empezando por la Presidencia, 500 diputados y 128 senadores, nueve gubernaturas, múltiples Congresos locales y presidencias municipales.

Al escribir esta colaboración, adelantándose a los tiempos legalmente establecidos, con un INE debilitado y obsecuente, los partidos de oposición agrupados en el llamado Frente Amplio por México y Morena, el partido del gobierno, han lanzado a sus precandidatos a recorrer el país. Campañas aburridas, con discursos agotados y sin que ninguno de los aspirantes levante emoción.

Lo contrario sucede con Xóchitl Gálvez, de extracción panista, pero presentándose como independiente, ha venido a sacudir el ambiente político. Como bien la describe Jorge Zepeda Patterson:

“… a diferencia de otras alternativas sí constituiría una amenaza a la certidumbre que hoy posee Morena. Obligará a López Obrador a afinar la estrategia, a generar una tercera opción que divida el voto opositor… a cerrar filas”.

En suma, a Estados Unidos le espera un 2024 que pondrá a prueba su liderazgo mundial con el curso que siga la guerra en Ucrania sin miras de resolverse, con la sorpresiva asonada en contra de Putin por parte de un peculiar personaje, el multimillonario Yevgueni Prigozhin, dueño de un criminal grupo paramilitar denominado Wagner; en el frente interno, Biden con expresiones del radicalismo conservador y tal vez, enfrentar de nuevo a Trump.

En México, como indiqué arriba, 2024 pondrá a prueba nuestra democracia, en especial, la credibilidad y prestigio del que goza el órgano electoral y la participación de los ciudadanos. El presidente López Obrador deberá aceptar que, si bien su gobierno será valorado con el tiempo, su verdadero legado es que respete la voluntad del electorado, aun cuando tuviera que pasar la banda presidencial a uno de sus opositores el 1º de octubre del año entrante.

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