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Flor María Rigoni, el padre migrante

Gustavo Mohar

Gustavo Mohar

El papa Francisco envió una carta que fue leída durante el seminario titulado Migración y Desarrollo organizado por la cancillería y el Vaticano.  No es la primera vez que manifiesta su preocupación por los migrantes, tema que ha ocupado a la Iglesia Católica a lo largo del tiempo.  En estas fechas, cabildean de manera intensa en el Congreso de Estados Unidos en favor de una solución justa y humana para los niños y jóvenes centroamericanos que esperan ansiosos se resuelva su destino.

En esta ocasión quiero reseñar el caso del padre Flor María Rigoni, de la Congregación de los Misioneros de Scalabrini, dedicada a atender a los migrantes en todo el mundo.

A las afueras de Tapachula —en una calle flanqueada por la selva chiapaneca— se encuentra el albergue para migrantes Belén. A juzgar por la limpieza y la tranquilidad que reina en sus instalaciones, sería improbable concluir que funge como casa de medio camino para millares de migrantes al año.

Sin embargo, todos los días sin falta, el albergue Belén abre sus puertas a hombres, mujeres y niños con rumbo a EU, principalmente de Centroamérica, pero también de otros continentes. Ahí encuentran no tan sólo comida, atención médica y un techo seguro bajo el cual dormir, sino —rara ocurrencia en el trayecto de un migrante— un trato digno. No es de sorprender que la persona responsable de rendir este servicio con tal empatía sea, a su vez, un migrante.

El padre Flor María Rigoni, dirige el albergue Belén, en Tapachula Chiapas. Ha dedicado su vida a brindar apoyo humanitario a refugiados y migrantes primero a sus compatriotas italianos en Europa, después en África y desde 1985 en México, razón por la que es un referente mundial en el tema de migración.

No obstante, que su trayectoria y acervo de historias personales dejarían boquiabierto al aventurero más vivido; lo que más asombro causa del padre Rigoni no es su pasado, sino las cualidades que exhibe diariamente a través de su trabajo. Cabe mencionar que dichas cualidades condensan precisamente lo que es admirable de los migrantes alrededor del mundo, mismas que consideraré a continuación como motivo de reflexión acerca de este fenómeno social.

Su día a día consiste en estar frente a las historias y perspectivas desoladoras, sin embargo el padre Rigoni jamás habla de circunstancias adversas como un estado de cosas irreversible. De la misma manera, el impulso detrás de aquel que migra es uno que se niega a aceptar los caprichos negativos del azar, bajo la convicción —por la que están dispuesto a perder la vida— de que merece y puede vivir una vida mejor.

Nunca me ha dejado de sorprender, que el padre Rigoni informa sus labores por una actitud (contagiosa por cierto) que afronta los retos no como una excusa para cruzar los brazos y deslindarse de responsabilidades, sino como el motivo preciso por el que se redoblan esfuerzos para formular soluciones. A pesar de los innumerables peligros y obstáculos que enfrentan los migrantes, tanto en el camino como en su país de destino, los migrantes desde siempre han sido de las encarnaciones más elocuentes de la tenacidad.

Es precisamente por esta razón, que tantas historias de éxito empresarial comienzan con una migración. Más de 40% de las empresas que forman parten del listado Fortune 500 fueron fundados por migrantes o sus hijos. De acuerdo con la Cámara de Comercio de EU, empresas creadas por migrantes crearon medio millón de empleos en dicho país y generaron 50 mil millones de dólares de ingresos en 2012.

Ahora que la palabra de moda es la “innovación”, no hay que perder de vista que dos elementos de ésta son precisamente el deseo de cambiar un estado de cosas y la paciencia para llegar a dicho resultado. Quizá esto tenga algo que ver en el hecho de que 25% de todas las empresas de tecnología y ciencia en EU fueron fundadas por migrantes y que hoy en día dos de cada tres graduados de doctorado en ingeniería eléctrica en EUA son extranjeros.

Sin importar los recursos limitados con los que cuenta el albergue Belén, el Padre Rigoni nunca está falto de energía ni soluciones propias para asegurar que los migrantes que hospeda reciban un trato  de constante calidad. 

La fuerza tanto del padre Rigoni como de los migrantes no deja de ser enigmática. Quizá podemos encontrar una pieza de la respuesta en el Banquete de Platón, cuando Sócrates responde que son precisamente la carencia y el ingenio las dos cualidades que constituyen al amor. Ojalá que el llamado que hace el jefe de la Iglesia Católica sea escuchado y puesto en práctica por muchos de los sacerdotes en México y el mundo para que surjan más Flor María.

                *Director de Grupo Atalaya

                Twitter:@GustavoMohar

                gustavomohar@gmail.com

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