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Deportaciones, disparo en el pie

Gustavo Mohar

Gustavo Mohar

No hay manera de argumentar en contra del derecho que cualquier gobierno tiene de expulsar de su territorio a las personas que no tienen derecho a estar en él. Es parte consustancial de sus acciones soberanas  decidir quién entra, quién sale, y quién se puede quedar, ya sea  de manera temporal o definitiva.  Por lo general, el indocumentado adquiere ese estatus ya sea por haber cruzado la frontera fuera de los lugares previstos para tal efecto, sin contar con los documentos que lo autoricen a internarse en ese país. La otra forma es cuando se ingresa con los documentos debidos y se viola el periodo para el cual se tenía derecho a quedar, usualmente sin que la autoridad tenga manera de localizarlo.  La manera en que los gobiernos en todo el mundo aplican estos principios varía mucho. En Europa por ejemplo, todo extranjero que llega legalmente a un territorio es registrado en el puerto de entrada, en el hotel donde se hospeda, o el lugar donde es contratado para trabajar. Se establece así un mejor control sobre la ubicación del extranjero y se limitan las posibilidades de extender su estancia más allá de lo permitido. EU ha tenido siempre una política en apariencia rigurosa, pero no pudo evitar que hoy radiquen en él más de 11 millones de indocumentados. Cerca de l0% de ellos cruzando la frontera con México, y 30% restante simplemente no respetó el tiempo que le daba su visa y se perdió en la inmensidad de la geografía urbana de ese país. Los ataques terrorista  de 2001 los llevó a endurecer aún más sus controles. Gastaron miles de millones de dólares en tecnología y en la creación de un verdadero ejército de nuevos agentes migratorios (sólo la agencia Immigration  and Customs Enforcement ICE, responsable de  investigar y perseguir indocumentados, tiene más de 20 mil investigadores y agentes). Hoy, cuando una persona en cualquier parte del mundo solicita una visa, sus datos son verificados en no más de 45 segundos en  inmensas bases de datos que tienen no menos de 750 mil nombres de personas non gratas.  Como hemos escrito en este artículo,  la frontera con nuestro país adquirió un sentido estratégico, de seguridad nacional, que se tradujo en una escalada sin precedente de dispositivos de contención y disuasión de cruces no autorizados que hace de esa región una de las más vigiladas del mundo.No obstante, las inversiones multimillonarias descritas, la crisis económica de 2008, más el feroz enfrentamiento del ala más conservadora de los Republicanos con el presidente Obama, llevó a éstos a legislar y presupuestar los recursos necesarios para exigir al Ejecutivo a implementar una agresiva campaña de deportaciones de los extranjeros indocumentados, en especial aquellos que hayan cometido un delito y se encuentren en prisión. En los últimos cuatro años, más de dos millones de personas han sido expulsadas o rechazadas por las autoridades migratorias de ese país. México ocupa el poco honroso primer lugar con gran distancia del segundo lugar. Cerca de 70% de ese gran total, es decir, alrededor de 1.4 millones de hombres, mujeres, y niños mexicanos han sido regresados a nuestro país al ser detenidos en la frontera, o en el interior de EU. En este último caso,  no ha importado si llevan años de vivir allá, con hijos estadunidenses, sin mayor arraigo o conexión con los pueblos y comunidades donde nacieron, transportados en camiones desde Chicago, Detroit, Los Ángeles o Nueva York a Tijuana, Nogales, Reynosa , Nuevo Laredo. A este absurdo e injusto panorama hay que agregar un dato oscuro que se desprende de los datos de 2013 con cifras del propio gobierno estadunidense: en ese año se expulsó un total de  357 mil 421 personas de las cuales 241 mil 493 son mexicanos. Pero lo mas grave es que de ellos cerca de 50 mil tenían antecedentes penales, habían sido sentenciados por delitos que merecieron penas de al menos un año en prisión. No hay una desagregación precisa del tipo de delito que cometieron, pero es muy probable que muchos de ellos sean delincuentes violentos, pandilleros, homicidas, asaltantes con violencia. Estas personas han sido devueltas a las ciudades fronterizas mexicanas donde sufrimos hoy graves y en algunos casos, crecientes índices de violencia. Llegan sin dinero, sin conocidos, desarraigados de a sus lugares de origen y por ende, son perfectos candidatos a ser reclutados por lo delincuencia organizada o  las bandas locales de criminales para engrosar sus filas. Puede pensarse que la política migratoria de EU es asunto  interno, pero es difícil sostener que en este caso no tengamos un legitimo interés en exigir al gobierno de Obama coordinar estas deportaciones con el gobierno mexicano. No hacerlo sólo abona en contra de lo que se supone tanto les preocupa: la violencia e inseguridad en México. Es tirarse un balazo en el pie.

                *Director Grupo Atalaya

                gustavomohar@gmail.com

                                Twitter: @GustavoMohar

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