Logo de Excélsior                                                        

Los que triunfaron

Gustavo Mohar

Gustavo Mohar

Cuando en México hablamos de los migrantes la gran mayoría piensa en aquellos paisanos que se fueron sin papeles a Estados Unidos, cruzaron la frontera acompañados de un coyote, que corren grades riesgos para evadir  a la  migra, a los asaltantes, y ahora, a los delincuentes que abusan de ellos en su transitar por nuestro territorio.

Los medios reproducen una y otra vez las imágenes de los cientos de jóvenes hombres, mujeres y niños en el techo de La Bestia, informan cuando sucede una tragedia como la masacre en Tamaulipas en 2011, o las denuncias de extorsión o abuso por traficantes y autoridades que hacen defensores de derechos humanos y sacerdotes comprometidos en su defensa.

Pero en realidad como sociedad no acabamos de interesarnos en el asunto. Se nos olvida pensar en  el valor y angustia que cada uno de ellos sufre al cruzar una de las fronteras más vigiladas en el mundo y cuando lo logran, lo que sentirán al llegar a un entorno totalmente distinto: se habla otro idioma, se come distinto, son diferentes a la mayoría, y por si no fuera suficiente, viven diario con el temor de ser detenidos y deportados.

No obstante,  los mexicanos de origen y sus descendientes que viven en Estados Unidos, constituyen hoy una formidable comunidad, basten algunos datos:  son dueños de un millón  de empresas, de 21 de cada 100 negocios en Los Ángeles y en El Paso el porcentaje sube a 60 de cada 100; contribuyen con  8% del  PIB de Estados Unidos, más de 1.36 millones de hogares en México viven con sus remesas, hay sectores de la economía estadunidense que dependen de  ellos: son más de 30% de la mano de obra agrícola. Por último, su futuro es impresionante: en 2050 serán 29% de la población en ese país.

Si bien muchos de ellos batallan para integrarse a la sociedad que los recibió, mejorar sus ingresos, y ascender en la escala social,  también existe el otro extremo: miles de mexicanos exitosos, prósperos empresarios, destacados científicos, artistas, intelectuales, deportistas y...  astronautas.

La mayoría de ellos llegaron a ese país sin papeles, se cruzaron la frontera de la mano de su madre y hermanos, vivieron con varias familias en una habitación, limpiaron cocinas, platos, baños, arreglaron  jardines, ganaban un dólar al día tras jornadas de 12 horas. Cedo la palabra a algunos ejemplos como botón de muestra:

María Gaeta, originaria de Zacatecas, hoy  exitosa vendedora de ropa para mujer: “Estuvimos viviendo en un garage donde había siete adultos y dos niños. Fue muy fuerte, se me hizo muy pesado... tenía la creencia que de que venir a Estados Unidos era llegar y barrer dólares... 21 años después mi cheque mínimo es de 25 a 27 mil dólares al mes”.

El doctor  Alfredo Quiñones,  llegó como trabajador agrícola a California, hoy es director del programa de cirugía de tumores cerebrales en el prestigiado hospital Johns Hopkins, en Baltimore: “De repente dejé de ser invisible y los Premios Nobel de ciencia y medicina me pedían mi opinión. Mi abuela fue curandera, mi madre guerrera y yo doctor, con un poco de suerte y mucho  trabajo, eso es todo”.

Carlos Gaytán, nació en un pueblo de Guerrero, primer mexicano en el mundo dueño de un restaurante con una estrella Michelin, (Le Mexique en Chicago), con una lista de espera de seis meses: “Llegué sin hablar inglés, sin dinero fue un calvario . Tenía que caminar tres o cuatro horas para  llegar al trabajo y otras tanto al salir a las 11 de la noche; me contrataron para hacer pizzas y en un hotel de lava platos ”.

Víctor Varela, empresario de la tortilla en Las Vegas: “Yo soy como todos los migrantes de este país que cruzó la frontera por el monte. Crucé hace 33 años y desde que llegué empecé a trabajar. En un día vendemos miles de kilos de tortillas, tenemos ganancias de millones de dólares”.

José Hernández, hijo de campesinos de Michoacán,  hoy astronauta:  “ Llegué a los campos  a trabajar y ahí soñé  con alcanzar las estrellas, cuando abrí mis ojos ya no era sueño, estaba en medio de ellas. Nuestros propios enemigos somos nosotros mismos, a veces le sacamos y no le entramos a los problemas. La NASA me aceptó a la doceava vez que metí mi solicitud” . 

Cesar Millán, el  “encantador de perros”, con una audiencia diaria de 120 millones de televidentes: “Viví debajo de los freeway, por dos meses en San Diego... aprendí que con un dólar podía comprar dos hot dogs y un refresco, eso comía. Hacía un dólar diario barriendo o lo que tuviera que hacer... cuando empecé a cuidar perros, trabajé mucho tiempo de las cinco de la mañana  a las 11 de la noche, diario. Tenía 65 perros  a mi cargo y nadie que me ayudara” .

Me pregunto: ¿ qué habría pasado en la vida de estos personajes de no haber decidido un día  dejar todo y arriesgarse? 

                *Director de Grupo Atalaya

                gustavomohar@gmail.com

                Twitter: @Gustavo Mohar

Comparte en Redes Sociales

Más de Gustavo Mohar