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Cumbre de América del Norte

Gustavo Mohar

Gustavo Mohar

La próxima semana estarán en México el presidente de Estados Unidos, Barack Obama y el prime ministro de Canadá, Stephen  Harper. Serán recibidos por el presidente Enrique Peña Nieto en el marco del séptimo encuentro entre los jefes de Estado de América del Norte.

Este tipo de reuniones suelen ocupar el interés de los medios en un ciclo que se repite cada vez que se celebra: se opina y especula sobre sus alcances unos días antes de su celebración, ¿qué se puede esperar?, ¿qué temas abordarán? Suelen ocupar (al menos en México), primeras planas, surgen  notas informativas, reportajes ¨de fondo¨ y otros no tanto (si se saludaron con afecto, si se veían satisfechos, qué cenaron o comieron), se toman fotos y difunden citas de los mandatarios en su muy breve estancia en el país huésped y, en pocos días,  el evento se desvanece y olvida.

Como se prueba en este artículo, su autor no escapa a lo arriba descrito. Después de todo, los lideres políticos son noticia y es inevitable seguir sus pasos, sus palabras y sobre todo, sus actos y decisiones.

En esta ocasión se da una coincidencia curiosa: el mandatario mexicano recibe a sus homólogos en una posición distinta a las que ellos enfrentan en sus países. No sólo por estar en los inicios de su mandato, sino porque en sus primeros meses al frente del gobierno,  logró articular consensos políticos, sorprendentes para muchos, sobre temas de largo alcance que rompieron paradigmas y que han generado grandes expectativas tanto en México como en el extranjero.

En contraste, el presidente Obama tiene hoy el más bajo nivel de aceptación en la opinión pública de su país en muchos años, los republicanos le han bloqueado gran parte de sus iniciativas y en los meses recientes han agudizado una campaña feroz de desprestigio en su contra. La supuesta justificación del líder de la Cámara de Representantes John Boehner de negarse a impulsar la reforma migratoria porque“el presidente Obama no merece la confianza por ser incapaz de hacer cumplir las leyes”,  es un botón de muestra del ambiente político que enfrenta el mandatario estadunidense.

Por su parte, el primer ministro canadiense es el longevo del grupo. Ha tenido entrevista con el presidente
Calderón y ahora con Peña Nieto; con los presidentes  Bush y Obama. Sin embargo su gobierno de coalición enfrenta una severa crisis producto, entre otras razones, del desgaste natural propio de estar en el poder demasiado tiempo.

Obama viene sin una buena noticia en el tema que más afecta a los mexicanos: cambiar las leyes migratorias de su país y darle a millones de ellos una oportunidad para salir de las sombras y la angustia cotidiana de ser deportados. Hemos sostenido que ante la cerrazón y extremismo republicanos, Obama podría ordenar a su gobierno flexibilizar su política de deportación de migrantes indocumentados, la inmensa mayoría mexicanos y darles así un respiro. Veremos si nos dice algo al respecto.

Harper, que además viene en un viaje oficial a promover la relación con México, pero parece que lo hará con las bolsas vacías respecto a la  injusta visa que su gobierno exige a  los mexicanos que quieren visitar su país.  No tiene explicación sólida que dar para no levantar la misma, sino un cálculo interno: eliminar la visa a los mexicanos le costaría un capital político, del poco que le queda,  que no quiere gastar con nosotros. 

El Embajador mexicano ante Ottawa ha hecho una valiente y franca defensa de nuestros intereses y de la relación bilateral dando argumentos sólidos y posibles soluciones para este diferendo ¿caerán sus justas peticiones en oídos sordos?

                *Director de Grupo Atalaya                                                                        gustavo.mohar@gmail.com

                Twitter: @GustavoMohar

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