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¿México global?

Gustavo Mohar

Gustavo Mohar

Inicio con esta entrega la oportunidad de compartir con los lectores de Excélsior mi lectura de la agenda internacional. En especial dedicaré mis textos a tres áreas críticas de la agenda global que tienen impactos sobre México diariamente: migración, fronteras y seguridad. 

El entrelazamiento de dichos temas, la multiplicidad de dimensiones sobre las que tienen injerencia y sus peculiaridades regionales resultan una interrogante de particular magnetismo para cualquiera que sienta curiosidad por los rompecabezas sociales. Mi experiencia tanto como funcionario como siendo analista sobre los retos que arrojan estos temas me han enseñado que no es útil esperar arribar a conclusiones perentorias sobre ellos. En este sentido, se aviene lo dicho en alguna ocasión por el pedagogo Peter J. Laurence: “Existen ciertos problemas de tal complejidad, que uno tiene que estar sumamente bien informado y ser altamente inteligente para siquiera poder estar indeciso acerca de ellos” (http://cognexus.org/wpf/wickedproblems.pdf).

Está claro que no existen respuestas que corten de tajo el nudo gordiano que representan estos temas. En todo caso, será más pertinente formular preguntas innovadoras que disuelvan las dicotomías obtusas y remedios simplistas a los que suelen dar pie los debates acerca de esta tríada. Con frecuencia, estos temas son expuestos con sesgos políticos o ideológicos que impiden un entendimiento basado en realidades. Muchas veces nos hacemos opiniones y juicios basados en mitos, verdades a medias o  abiertas falsedades.

Las migraciones internacionales son uno de los fenómenos sociales más complejos y relevantes en prácticamente todas las regiones del mundo. Presenta aspectos humanos, sociales, económicos, políticos y culturales de enorme impacto en los países receptores, de origen y tránsito. No obstante el calado del tema, es curioso notar que le subyace una paradoja infeliz: su falta de visibilidad y, sobre todo, de solidez en el debate público. Dado que la palabra “migración” altera de manera fundamental la vida de millones —tanto de los que parten como de los que se quedan—, es preciso fomentar ágoras en las que se le dé a este fenómeno la voz que amerita. Más aún considerando que el migrante —casi por definición— es “el ausente” y que México es un país de migrantes.

Cuando se empezaba a hablar de una libertad de movimiento de bienes y personas, los ataques terroristas, el fortalecimiento de la delincuencia transnacional y las migraciones irregulares, revirtieron esa tendencia. Al mismo tiempo, el crecimiento exponencial del comercio internacional requiere de fronteras ágiles, modernas, que faciliten los cruces de bienes y mercancías, como es el caso entre México y Estados Unidos, donde sólo en el cruce entre Laredo y Nuevo Laredo pasan más de cinco mil contenedores en un día. Pocos temas combinan decisiones e intensos debates nacionales, que impactan fuera del territorio donde esas decisiones se adoptan. La globalidad de la economía y las redes sociales han exacerbado la complejidad de múltiples problemas de políticas públicas. México no es la excepción. Sus dos fronteras presentan asimetrías y similitudes excepcionales.

La frontera norte, su cultura y comunidades, los cerca de 250 millones de cruces de personas, tienen lugar cada año; su carácter de puente y división la hacen una de las fronteras más intensas del planeta. Por su parte, la frontera sur es una asignatura pendiente de todos. Con una extrema porosidad, vincula a nuestro país con Guatemala y Belice, con profundas asimetrías invertidas de lo que tenemos en el norte. Es una región que exige no tan sólo atención, sino reflexión, de manera urgente.

En la agenda global, seguridad es la palabra de moda desde los ataques terroristas de 2001. Por otras razones, en México también es una de las palabras que se ha vuelto moneda común en las conversaciones con amigos, en el trabajo, con la familia. Sin embargo, su uso prolijo ha confundido el sentido y valor de la palabra. Narrar lo que significa, como se expresa en conflictos sociales, nacionales e internacionales, en el ámbito doméstico, público y privado, también abre un extenso abanico de posibilidades.

Se ha vuelto común escuchar que México debe involucrarse de manera más activa en la agenda global. La gran ironía de esto —como ha quedado insinuado aquí— es que México ha tenido un rol crucial en las grandes tendencias de la globalización desde hace mucho tiempo. En la medida que cobremos conciencia crítica acerca de esto, se podrán abrir mejores alternativas a las que han enfrentado muchos mexicanos hasta ahora. Es a este esfuerzo al que me abocaré en este espacio y al que te invito a participar.

        *Consultor independiente

        gustavo.mohar@gmail.com

            Twitter:@GustavoMohar

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