Entre el respeto, el escándalo y la verdad sin censura
¿Dónde estaba la supervisión, el cariño, la atención que una figura de su tamaño merecía?
Hay temas que duelen escribir, y uno de ellos es el que involucra a una de las mujeres más grandes que ha dado el espectáculo mexicano: Silvia Pinal. La primera actriz, la musa de Luis Buñuel, la última diva viva del Cine de Oro, que fue víctima —según me enteré de fuentes muy cercanas— de un trato indigno dentro de su propia casa. Me cuentan que una de sus enfermeras, de nombre Eunice, ha sido señalada por presunto maltrato hacia la señora Pinal. Y lo más grave es que, pese a que el equipo médico y de asistencia que la rodeaba cobraba cerca de 200 mil pesos mensuales, el cuidado que recibía no corresponde ni a su trayectoria ni a su calidad
humana.
Resulta increíble pensar que una mujer que construyó la historia de la televisión, el teatro y el cine mexicano con su talento, haya vivido rodeada de personas que no dimensionaron lo que representa Silvia Pinal. ¿Dónde estaba la supervisión, el cariño, la atención que una figura de su tamaño merecía? Hablo de una actriz que nos dio Viridiana y María Isabel y que fue pilar de una dinastía que cambió el rumbo del entretenimiento en México.
Silvia no sólo fue madre de Alejandra Guzmán, Sylvia Pasquel y Luis Enrique Guzmán, fue también el símbolo de la mujer trabajadora, fuerte, elegante y de carácter. Por eso indigna saber que, a su edad, algunos de los que debieron cuidarla la trataron con negligencia, incluso con desprecio. Los adultos mayores merecen respeto, amor y gratitud. No basta con pagar enfermeras o mantener apariencias mediáticas; lo importante es la dignidad.
Ojalá que la familia reaccione, que pongan orden. Nadie merece ser maltratado, y menos una leyenda de nuestro espectáculo.
Alfredo Adame: el eterno conflicto hecho persona
Y del respeto pasamos al escándalo. Porque si alguien parece alimentarse del conflicto es Alfredo Adame, quien en el reality show La Granja VIP de TV Azteca ha vuelto a mostrar su peor versión. No bastándole con su historial de peleas callejeras, insultos y pleitos mediáticos, ahora se enfrentó nada menos que con Lolita Cortés, una mujer frontal, inteligente y con décadas de trayectoria.
Lo de Adame ya raya en lo patológico: no hay foro, programa ni reality en el que no termine peleando, gritando o insultando a alguien. Pero esta vez fue más allá, porque ha amenazado al luchador profesional El Patrón, un hombre con entrenamiento, fuerza y técnica. Y seamos claros: si El Patrón se toma en serio esas provocaciones, Adame no la cuenta. No hay GoPro ni cámara ni reality
que lo salve.
Adame dice que quiere “hacer justicia”, que “defiende su honor”, pero la verdad es que lo suyo es una mezcla peligrosa de soberbia y protagonismo. El público ya no sabe si reír o preocuparse. En lugar de aprovechar una oportunidad para mostrarse diferente, para redimirse ante la audiencia, vuelve a caer en el mismo juego: insultar, agredir y convertir cualquier convivencia en un campo de batalla.
Y ojo: Lolita Cortés no es cualquier contrincante. Es una mujer de carácter, de valores, de verdad, que no se deja intimidar por un hombre que vive de los pleitos mediáticos. Ojalá Adame entienda que la fama no se sostiene con escándalos, sino con respeto, trabajo y humildad. Pero parece que esa lección nunca la aprendió.
Lupillo Rivera: sin censura, esta noche
Y mientras unos viven del escándalo, otros enfrentan su verdad con valor. Esta noche, a las ocho en punto por Imagen Televisión, finalmente se transmitirá El minuto que cambió mi destino: sin censura con Lupillo Rivera. Una entrevista profunda, fuerte, sin cortapisas, donde el llamado Toro del Corrido abre su corazón como nunca.
Hablamos de un hombre que ha vivido tragedias, pérdidas, éxitos y amores públicos, y que no le teme a la verdad. En esta conversación, Lupillo se sincera sobre la muerte de su hermana Jenni Rivera, sobre sus hijos, sus conflictos familiares, su carrera y su relación con Belinda, que sigue generando titulares en todo el país.
Fue una charla intensa, emocional, y también sanadora. Porque después de años de distanciamiento, Lupillo y yo hicimos las paces frente a las cámaras. Y más allá de las diferencias, quedó claro que ambos amamos lo mismo: la verdad.
No se la pierdan esta noche, porque promete ser una de las entrevistas más reveladoras que he hecho en toda mi carrera.
Silvia Pinal, la gran diva; Alfredo Adame, el hombre que no entiende de límites, y Lupillo Rivera, el artista que se atreve a hablar con el alma. Tres caras de nuestro espectáculo, tres historias que reflejan lo mejor y lo peor de la fama.
En medio de tanto ruido mediático, ojalá recordemos que la verdadera grandeza no está en los gritos ni en los escándalos, sino en la dignidad, el talento y la verdad.
Nos vemos esta noche a las 8 p.m. por Imagen Televisión.
Ahí los espero, sin censura, en El minuto que cambió mi destino.
