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¿Urge plan presidencial de vacunación o programa nacional?

Francisco Javier Acuña

Francisco Javier Acuña

Después de una estrategia deficiente a lo largo de diez meses de la epidemia por covid-19, la emergencia sanitaria continuará y con ella podría nacer un plan nacional de vacunación para erradicar el virus o seguir con acciones discoordinadas entre el gobierno federal y los estados partes de la federación. El Presidente por su lado y los estados de gobiernos de oposición por otro.

 Si no se organiza la vacunación con un método certero y una ejecución transparente, la situación podría deteriorarse. De hecho, ya comenzaron las acusaciones por el abuso en la administración de las vacunas (recién llegadas) a favor de familiares y amigos de algunos funcionarios de primer nivel. Se sabe que hubo robo de vacunas y al rato se conocerá de la venta clandestina de las mismas aprovechándose de la desesperación de la sociedad. Conseguir las vacunas costó demasiado y ahora entregarlas sin ton ni son en medio de favoritismos o hasta dando pie al acaparamiento y la usura es doblemente peligroso. De esas vacunas depende la salud o la vida de millones de mexicanos. Sería un doble crimen. Se ha perdido demasiado tiempo con los tumbos de Hugo López-Gatell durante la primera parte de la contingencia y, lo irremediable: cientos de miles de vidas humanas.

Aunque son distintas las condiciones, conviene recordar que, durante los sismos de 1985, derivado de la ausencia de la firmeza presidencial, y hasta policiaca, imperó el caos en la zonas siniestradas y hubo en paralelo dos señales extremas: del lado bueno la maravillosa movilización ciudadana humanitaria que entró al rescate de vidas y llevó víveres a los desamparados; mientras, del lado malo, afloraba el peor de los instintos humanos: el pillaje y la rapacidad y la venta mercenaria de los productos enviados desde el extranjero como donativos para los damnificados (una vergüenza internacional).

El presidente López Obrador no tiene circunstancias de fragilidad política, pero si su plan de vacunación se vuelve un desastre, podría experimentar un profundo sentimiento de rechazo porque los damnificados por covid aún son indeterminados (muchísimos más de las 150 mil perdidas humanas hasta ahora). Las defunciones, además de los que quedaran con secuelas permanentes y los afectados por la crisis económica, estarán a lo largo y a lo ancho del país.

Hasta ahora, la Presidencia de la República siempre ha dado los banderazos para las acciones contra las epidemias y las enfermedades.

La Cartilla Nacional de Vacunación fue un programa creado por decreto presidencial de José López Portillo en 1978.

La puesta en marcha de los Días Nacionales de Vacunación antipoliomielítica para toda la población menor de cinco años de edad consiguió erradicar la poliomielitis paralítica y demostró ser una estrategia efectiva para llevar el antídoto a las  comunidades más pequeñas y aisladas del país.

Esta ya es la peor catástrofe del México contemporáneo. La vacunación contra covid será un asunto que demandará la energía cívica de la sociedad entera y, en contraparte,  la voluntad y disciplina del gobierno, durante varios años.

La administración del presidente López Obrador será recordada por sus aciertos y errores ante la pandemia por covid.

 

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