¿Privacidad o publicidad de números telefónicos?
A propósito de filtraciones de los números telefónicos de políticos importantes y de sus parientes, vale la pena distinguir supuestos y sus correspondientes efectos. Bajo el término “filtrar” hablamos de difundir por cualquier medio el número de contacto ...
A propósito de filtraciones de los números telefónicos de políticos importantes y de sus parientes, vale la pena distinguir supuestos y sus correspondientes efectos. Bajo el término “filtrar” hablamos de difundir por cualquier medio el número de contacto telefónico de alguien. Aunque la idea de filtración se asocia a que el dato personal se disperse en ambientes de probable expansión masiva, en concreto en las redes sociales.
Primero. Desde que comenzó la telefonía celular se ha convertido en un problema cotidiano la propagación descontrolada de los números de personas importantes y/o famosas a través de la Internet. Antes hubo aquellos “directorios telefónicos” que la compañía reemplazaba actualizados cada cierto tiempo; aquellos instrumentos eran un catálogo, hoy prohibido por contener datos personales confidenciales de los particulares: su número y su domicilio privado.
Segundo. Una cosa es la circulación a pequeña escala, otra, la filtración en redes sociales del “contacto” de alguien. No así el número de contacto de los servidores públicos, si se trata de un número telefónico institucional (salvo excepciones).
Tercero. No confundamos “la intervención no autorizada de las comunicaciones”, coloquialmente conocida como el “hackeo”, que implica la intrusión a los equipos de alguien para obtener su información de modo ilegal y/o para suplantar su identidad (coloquialmente “clonación”) y con su número causarle al titular un daño patrimonial o conseguir que los contactos del titular del número telefónico proporcionen dinero como si se tratara de una emergencia por alguna falsedad en curso.
Cuarto. En esa escala de lo delicado o peligroso —que puede causar la filtración de los contactos personales de famosos— desató la polémica de la semana pasada por la revelación del número telefónico de una periodista incisiva sobre la gestión del actual gobierno federal; en su conocido espacio matutino y frente a las cámaras de su ampliamente seguido programa, el Presidente de la República lo propagó. Naturalmente eso no debió ocurrir y, las reacciones no se hicieron esperar y, trascendieron las fronteras.
Quinto. Al día siguiente, la candidata del partido gobernante y el hijo del mandatario federal denunciaron haber sido víctimas de algo semejante, aunque sin poder acusar a alguien. La candidata de la oposición reiteró públicamente que desde hace mucho le ocurrió eso y que le llegan constantemente mensajes agresivos y amenazantes, y también de respaldo y simpatía.
Al tratarse de personas voluntariamente públicas es menos amplia la protección de la privacidad en general y también respecto de sus datos de contacto privado. Aun el hijo del primer mandatario, aunque no se justifique que sus números de contacto sean públicos, no se puede descartar que la propagación de los datos de famosos —voluntaria e involuntariamente públicos— se salga de control del círculo de los que los obtuvieron bajo el canon de confianza y conveniencia.
Una vez que los números de contacto se salen de ese circuito de supuesta correspondencia (confidencia recíproca) puede ocurrir con ellos cualquier cosa.
La mayoría de las llamadas de extorsión telefónica se hacen desde los centros de reclusión en donde, los reclusos, no deberían tener a su alcance dispositivos móviles. Esa es otra línea a comentar.
