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La OMS sobre México, ¿silencio complaciente o reproche tardío?

Francisco Javier Acuña

Francisco Javier Acuña

El principal problema nacional es la epidemia por covid-19. La tragedia por las 60 mil defunciones (y las que falta identificar, por los subregistros), esbozan una mortandad de mexicanos que ha llegado —en la voz del mismo doctor López-Gatell—, dicho a principios de junio, pero como remoto e improbable, al descartable “escenario catastrófico”, que fue involuntario presagio.

Además, la Organización Mundial de la Salud (OMS), que hasta ahora había sido benigna o complaciente al hacer estimaciones sobre el manejo de la crisis por covid-19 en México, hizo una advertencia o reproche: “…la magnitud de la pandemia por covid-19 en México ha sido subestimada… Se ha efectuado un bajo número de pruebas por cada 100 mil habitantes”. Eso lo decidió el gobierno federal desde marzo y la OMS no lo había reprochado. 

Al respecto, en el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (Inai) resolvimos, la semana anterior, un recurso en contra de la Secretaría de Salud por negarse a entregar el número de reproducción de la enfermedad causada por el coronavirus. Eso significa, precisamente, el promedio de contagios que causa cada persona infectada (por ejemplo, en Wuhan fue de 2.5 de personas infectadas por cada una confirmada). Se debe hacer a partir del paciente uno y es un cálculo que debe cumplir con criterios metodológicos para poder conocer con mayor certeza las dimensiones de la epidemia en cada país.

Es imprescindible efectuar pruebas desde el comienzo de la emergencia sanitaria y no sólo a los probables infectados a partir del registro de síntomas o a los familiares o contactos por cohabitación o por encuentros recientes de personas a partir de la confirmación de coronavirus. Los asintomáticos propagan la infección sin dejar huella inmediata o determinable con precisión y esa sangría es muy amplia.

En México, un sector de la población padeció o padece la enfermedad sin haber acudido a examen y a la eventual hospitalización, por lo que, o superaron el contagio, o han muerto en sus casas sin registro al respecto.

Luego, el discurso oficial hizo declaraciones poco afortunadas. Aseguraron que habría una relación comprobable entre las defunciones con la obesidad y la diabetes que aquejan a una gran parte de la población. Se culpó a los alimentos chatarra, exclusivamente, a los que produce la industria de las bebidas azucaradas (refrescos), las botanas saladas y los productos de las panificadoras, todos: “alimentos chatarra”.

La otra parte del problema de obesidad con desnutrición de nuestra población se localiza en la adicción cotidiana a los antojitos que se consumen en vía pública, productos cocinados con grasas saturadas (fritangas) que comen diariamente millones de mexicanos.

Cada una de las 60 mil defunciones es una persona que se fue, dejando dolor a sus seres queridos y, en no pocos casos, causaron desamparo a sus dependientes económicos: deudas, ruina y zozobra; miles de familias damnificadas de modo inesperado. Un considerable porcentaje de las muertes por covid-19 en nuestro país fueron jóvenes, personas en la madurez autosuficiente, entre los 40 y los 55 años, en edad productiva, y muchos sin padecer enfermedades relacionadas como causas de riesgo mayor frente al covid-19. Sí, la inmensa mayoría de ellos gente pobre, demasiado pobre, jornaleros desempleados y campesinos sin seguro médico, reclusos e indigentes.

La única forma de saber si hubo un manejo adecuado de la situación y las causas efectivas de la tasa de mortalidad hubiera sido mediante pruebas a mayor escala, a población abierta; eso no ocurrió. También hubiera servido para localizar los casos y contener la propagación silenciosa de la epidemia. El hubiera no existe.

 

 

 

La Organización Mundial de la Salud fue omisa en ubicar a México mucho antes en el cuadro en que ahora lo coloca, tampoco hizo señalamientos al imprescindible uso del cubrebocas. A estas fechas el diagnóstico no es siquiera esperanzador, las cifras podrían elevarse a finales de año.

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