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El parlamento abierto

Francisco Javier Acuña

Francisco Javier Acuña

 

A la memoria de Aurora Acevedo Padua,
leal compañera de trabajo.

 

¿Qué es el parlamento abierto? ¿es una moda pasajera para darle atractivo a la labor legislativa?; ¿es un slogan para envolver el desprestigio al desempeño de los diputados y los senadores?

Es algo más. Se trata de un método para destacar con realismo la labor parlamentaria y así lograr acercarla más y  mucho mejor a la gente. La gente no comprende cabalmente qué hacen los congresos además de legislar. Cómo procesan sus sesiones, cómo dictaminan las iniciativas de ley, cómo participan en el nombramiento de altos cargos públicos y un largo etcétera. 

Parlamento abierto es un camino para transformar el hermetismo en general de los poderes públicos, y naturalmente, del Poder Legislativo.

Consiste en incluir a la gente en la toma de decisiones que sólo ejercían los legisladores, porque, básicamente, así lo prevén las leyes vigentes, aunque con fórmulas indirectas.

No falta quien en estos tiempos diga que la gente está implícita en el quehacer parlamentario, en tanto los legisladores representan al pueblo. Pero eso es impreciso e insuficiente, en paralelo, implica transparentar la gestión sustantiva y la adjetiva de la administración parlamentaria, sus resultados, su presupuesto y cada detalle de su actividad.

 Parlamento abierto es una cualidad de los parlamentos modernos que incorporan prácticas novedosas y efectivas para reconocer espacios de participación de la gente y compartir con ella procesos de decisión. Y no sólo a las organizaciones de la sociedad civil que abrieron ese camino, además de los expertos y especialistas, para opinar sobre temas a legislar.

La idea central radica en que también se invite a la gente que será la beneficiaria o la usuaria común de los trabajos parlamentarios a señalar con franqueza lo que de tal ley o reforma les parezca viable o innecesario
o disfuncional.

Empleo a propósito el término “gente”, alejándome de los conceptos ambiguos: población, sociedad y ciudadanía. La expresión: “la gente”, es más concreta y sensible, al querer abarcar a toda la que habita en un país; la gente abarca a los nacidos acá, a los extranjeros con residencia legal, en tránsito y a inmigrantes, e incluye a la gente que de manera individual tiene contacto con el distante y lejano Poder Legislativo, ya sea un accidental o circunstancial acercamiento o el ingresar con motivos específicos con el parlamento y/o con los legisladores.

En el caso de México, la gente observa desde lejos y con cautela al solemne y honorable Congreso de la Unión como un territorio oficial inaccesible, como una exquisitez histórica en calidad de museo, el recinto palaciego de Xicoténcatl y, en contraste, la moderna sede senatorial ubicada sobre el Paseo de la Reforma. No se diga el inmenso y laberíntico edificio de la Cámara de Diputados
situado en San Lázaro. Para un país con una población de más de 120 millones de habitantes, el hecho de que las sedes legislativas estén normalmente concurridas de modo permanente no es indicativo de que la gente se sienta próxima a ellas.

La cuestión del parlamento abierto no se sacia con abrir estos inmuebles a que sean visitados por la gente aun con el pasaporte que significa un “pase usted a conocer la casa del pueblo”. Pero esa condición
de visitante no resta la sensación de ser un fuereño, hasta un intruso, o extraordinariamente un invitado de honor. También ocurre que hay visitantes frecuentes que acuden como parte de las cadenas de gestión que realizan los legisladores en sus distritos y que los hace reunirse con los líderes y gestores representantes de correligionarios de sus comunidades
de origen.

El Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (Inai) realizó la semana que termina el Seminario Justicia Constitucional y Parlamento Abierto, en el que un elenco de personalidades del Poder Legislativo acudió a testimoniar su compromiso con esta visión y exigencia cívica. Esperamos que se verifique para bien de todos.

 

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