Logo de Excélsior                                                        

Confianza

Francisco Guerrero Aguirre

Francisco Guerrero Aguirre

Punto de equilibrio

Vivimos tiempos inciertos y preocupantes. La cifra de muertos por la pandemia ya alcanzó 6 millones. Los temores sobre el conflicto bélico en Europa se multiplican. El Fondo Monetario Internacional advirtió que los graves impactos económicos globales de la guerra en Ucrania, desatada con la invasión rusa, serían “aún más devastadores” si el conflicto se intensifica durante las próximas semanas.

El aumento de los precios de la energía y de las materias primas se suma al repunte inflacionario que ya se vivía en el mundo como resultado de la pandemia. El aumento de los precios tendrá efectos en particular en los hogares de bajos ingresos para quienes los gastos en alimentos y energía representan una proporción mayor de su presupuesto.

En este marco de incertidumbre, el libro: Confianza, publicado en enero de 2022 por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), editado por Philip Keefer y Carlos Scartascini, adquiere una relevancia especial.

La confianza es el cemento de toda construcción social e institucional. Sin confianza, las personas viven atemorizadas, no viven en libertad. La baja confianza debilita la cohesión social y contribuye a aumentar el nivel de informalidad y la reticencia de las personas a obedecer las leyes, pagar los impuestos y cumplir las regulaciones.

El resultado de la crisis de confianza que vivimos, no podría ser otro que la presencia de sociedades recelosas y temerosas, dentro de las cuales se erosiona gravemente la democracia, la cohesión social y el Estado de derecho.

En esta lamentable tendencia, América Latina se sitúa como la región del mundo con la más baja confianza interpersonal. En el periodo 2016-2020 el índice de confianza interpersonal en la región, cayó de 22% a 11%, y, apenas una de cada 10 personas confía plenamente en otra. Menos de tres de cada 10 ciudadanos confían en su gobierno, los porcentajes aún son más bajos si se trata de la credibilidad de los parlamentos, Tribunales y partidos políticos.

La desconfianza socava las relaciones productivas entre las empresas y dentro de ellas, erosiona el civismo y limita la capacidad de los ciudadanos para emprender acciones colectivas en apoyo de las leyes e instituciones que promueven el desarrollo sostenible.

La desconfianza sobre la acción gubernamental incide en la baja disposición de los ciudadanos a pagar impuestos, alcanzando apenas 22%. Sólo 33.78% de las empresas obedece las leyes, lo que repercute en el desarrollo informal de la economía y el incumplimiento de normas laborales. El cumplimiento de contratos, el diseño de políticas públicas y la atracción de inversiones son débiles a causa de la ausencia de confianza.

 

BALANCE

Para construir confianza, los estados y gobiernos están obligados a garantizar la legitimidad de origen y ejercicio; promover el apego a la legalidad de los funcionarios públicos; incrementar la efectividad y eficiencia del aparato público; eliminar las asimetrías de poder que conceden impunidad a quienes vulneran el ordenamiento jurídico y social, y a aumentar la transparencia y la rendición de cuentas.

El apego a la legalidad por parte de los funcionarios públicos implica respetar la norma para no incurrir en arbitrariedades, actuar dentro de los márgenes y procedimientos establecidos, manteniendo el equilibrio e independencia entre poderes.

Los derechos de acceso a la justicia, igualdad, debido proceso, seguridad jurídica, celeridad y reparación integral, son esenciales para evitar la impunidad. Es nuestro deber trabajar por sociedades democráticas, equitativas, resilientes, en donde se pueda volver a confiar. Sin confianza no hay futuro posible.

 

           * Los puntos de vista son a título personal.

                No representan la posición de la OEA.

Comparte en Redes Sociales

Más de Francisco Guerrero Aguirre