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Las malas noticias del porvenir

Francisco Garfias

Francisco Garfias

Arsenal

¿Tenemos en caja 400 mil millones de pesos extras, que antes se iban por el caño de la corrupción, para enfrentar la emergencia sanitaria sin alterar los planes del gobierno? Preguntamos a un destacado dirigente morenista en charla fuera de grabadora. “Ya ni la chinga quien le dijo eso al Presidente…”, nos reviró, así de francote.

Hablábamos de la declaración que hizo Andrés Manuel López Obrador en la mañanera del martes, cuando dijo, frente a un calladito titular de Hacienda, Arturo Herrera: “tenemos fondos extras para usar de alrededor de 400 mil millones de pesos”.

Nuestro interlocutor sabe que esos recursos no existen. Menos con la contracción económica que nos espera por la parálisis generalizada ocasionada por el coronavirus.

Las más reconocidas calificadoras ubican esa contracción entre el 2.5 y el 5 por ciento para este año. Moody’s, por ejemplo, calcula la disminución del PIB en 3.7 por ciento. 

¿Cómo va a compensar el impacto de la caída de una recaudación calculada con base en un crecimiento del 2 por ciento, y una proyección de 49 dólares el barril para la mezcla mexicana de petróleo? 

Es cierto, sí, que existe una ventana de recursos: las ganancias con el tipo de cambio, pero no son suficientes, y mucho menos inmediatas.

El morenista con el que hablamos está consciente de que una vez que pase la emergencia sanitaria, se quedará la emergencia económica. 

Las quiebras se van a multiplicar, el desempleo se va a disparar. La clase media se encogerá. Los pobres serán más. Los reclamos subirán de tono. La inconformidad también. El hambre se multiplicará, la desesperación también.

Malas noticias para Morena, a poco más de un año de las elecciones intermedias.

 

El empresario Ricardo Salinas Pliego —valoraciones sobre el alcance del virus y las medidas para contenerlo aparte— alertó sobre lo que se nos viene:

“Paralizar toda la actividad económica de tajo significa hambre y por lo tanto, dentro de poco tiempo se desatará la delincuencia, la rapiña y el caos porque resulta que el estómago no sabe esperar”.

Y más adelante: “los costos humanos del desempleo, el costo humano del hambre, de la violencia, son enormemente mayores que los costos del virus”.

Su polémico mensaje puede sintetizarse en una frase que pronunció en una reunión con directivos del Grupo Salinas: “No nos moriremos por COVID-19, pero sí de hambre”.

 

En la misma mañanera en la que el Presidente habló de los 400 mil millones de pesos adicionales para hacer frente a la emergencia, el citado secretario de Hacienda reveló que había dotado ya a la Sedena de 4 mil 500 millones de pesos y a la Semar de 500 millones para los planes DN-III y Marina.

Pues ya le brincaron en la Cámara de Diputados, que tiene la facultad exclusiva del presupuesto. Tenemos copia del oficio CHCP/700/2020 que le envió la panista Patricia Terrazas Baca, presidenta de la Comisión de Hacienda, para pedirle información respecto al origen de la reasignación y bajo qué reglas de operación se aplicarán esos recursos.

En otras palabras, ni les avisó.

 

El que se llevó el día con sus declaraciones es el gobernador de Puebla, Miguel Barbosa, al hablar de las 40 personas contagiadas con el coronavirus en su estado. 

“Algunos son padres de familia, sí, la mayoría son gente acomodada. ¿Sí lo saben o no? Si ustedes son ricos tienen el riesgo. Los pobres, no. Los pobres estamos inmunes”, dijo.

Y las redes le cayeron encima no sólo por el disparate que salió de su boca, sino también por andarse autollamando pobre. 

Lo único que provocó es que le recordaran lo que le costó la casa del expresidente Miguel de la Madrid, en Coyoacán: 25 millones de pesos.

“Esto es reflejo del lamentable gobierno que tenemos”, nos dijo Enrique Doger, exrector de la Universidad Autónoma de Puebla y excandidato del PRI al gobierno de esa entidad en el 2018.

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