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La segunda narcomanta vs. AMLO

Francisco Garfias

Francisco Garfias

Arsenal

Apareció en Tijuana otra narcomanta contra Andrés López Obrador, supuestamente firmada por el Cártel de los Arellano Félix (CAF). Es la segunda contra el Presidente de la República en los 69 días de la Cuarta Transformación.

La primera, la colgaron en Salamanca, Guanajuato, el mismo día que pusieron un artefacto explosivo en una camioneta estacionada en las puertas de la refinería.

Llevaba la firma del Cártel Santa Rosa de Lima. Fue desactivada por el Ejército.

Esa primera manta incluía amenazas de irse contra la población civil, si las fuerzas federales no se retiran de Guanajuato. Narcoterrorismo estilo Pablo Escobar, pues…

La segunda, pretendían colocarla los malosos en el cerco perimetral del Colegio de Bachilleres de Baja California (Cobach).

Llama la atención que el gobierno municipal asegura que el autor material es un ciudadano de nacionalidad  hondureña, que muy posiblemente llegó en alguna caravana y lo contrataron para el trabajito.

Al hombre lo sorprendieron los municipales in fraganti a las 20:11 horas, según versión del gobierno municipal.

“Lo atrapó la policía municipal trepado en la cerca, amarrando la manta. Al efectuarse una revisión a su persona se localizaron 30 envoltorios de color verde de cristal, motivo por el cual fue asegurado”, dice el reporte de la policía municipal.

La manta dice:

“Mira, puto viejo acedo Manuel López Obrador. Ni con toda tu puta gente nos van a hacer nada. Sálganse a chingar a su puta madre de Tijuana. Aquí no los queremos.

“Si no salen les empezaremos a pegar en su madre. Esta no es guerra de ustedes. Ahorita estamos más fuertes que nunca. ATTE: La Nueva Alianza Lobo Alfa 20, Tabo y el flaquito de Tijuana más fuertes que nunca. Puro CAF, putos. Tijuana y la Sánchez ya tienen dueño”.

Intentaron colgarla 72 horas después del inicio de un despliegue de mil 800 elementos del Ejército, la Marina y la Policía Federal.

Las propias autoridades han minimizado las amenazas. Dicen que son “amagues” del crimen organizado. Pero mal harían en confiarse. Allí está el ejemplo Colombia. El Cartel de Medellín no dudó en bajar un avión, poner bombas en un periódico, matar a un procurador, a un candidato a la Presidencia de la República, a todo el que se les atravesara.

Violencia, división, confrontación es el pan nuestro de cada día en México. Vamos de mal en peor. En 2018 se registraron 28,816 homicidios en territorio nacional.

Una cifra récord desde que se tiene registro de los homicidios dolosos.  94 por día, según el reporte que sacó, en enero pasado, el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP).

La mayoría de los asesinatos son imputables al crimen organizado.

Oficialmente, ya no estamos en guerra contra el narcotráfico. “Perseguir capos no es nuestra principal función”, ha dicho el Presidente de la República.

Pero el ritmo de ejecutados no ha bajado, aunque la SSP de Alfonso Durazo subestime la cifra del SENSP y diga que hay un descenso marginal en los homicidios: 77.4 víctimas por día.

De todos modos son muchos.

A la violencia hay que agregar que la sociedad está polarizada. Es el momento de los chairos, del “pueblo bueno”, del “primero los pobres”. Sus representantes están empoderados, ensoberbecidos, echados pa’ delante. 

López Obrador ya está en Palacio Nacional después de años de lucha, décadas de frustraciones, de decepciones.

En la Cuarta Transformación los malos son los fifís, los  “neoporfiristas”, los adinerados, los que han saqueado la riqueza del país y que, desde la oposición, AMLO llamaba “la mafia en el poder.”

No estaría mal dejar de anatemizar al emprendedor, al inversionista nacional y extranjero, al rico que construyó fortuna sin “saquear” los bienes del país, al que cree en el libre mercado, al neoliberal.

Ayer, en San Lázaro, me enteré de una iniciativa de reforma al artículo tercero de la Constitución para que vuelva a ser obligatorio impartir clases de civismo en las escuelas.

El Proyecto de Decreto, promovido por el diputado priista mexiquense, Ernesto Nemer, precisa:

“Será impartida de tal manera que inculque la formación para la paz, la convivencia comunitaria, la cohesión social, la cooperación y solidaridad entre los individuos, así como la adquisición de valores que propicien el respeto hacia los seres humanos”.

En su intervención, Nemer argumentó:

“Promover una cultura de la paz en nuestro país resulta urgente en un contexto en que la violencia, la división y la confrontación se han convertido en preocupaciones cada vez más constantes”. 

Ojalá Morena y sus aliados en el Congreso se pongan las pilas y respalden el proyecto, independientemente de donde viene.

Por cierto, el alcalde panista de Tijuana, Juan Manuel Gastélum Buenrostro, se encuentra en la Ciudad de México para participar en los foros sobre las modificaciones al artículo 19 de la Constitución para ampliar el catálogo de delitos graves.

Trae un objetivo en la cabeza. Que se reinserte entre los delitos que ameritan “prisión preventiva oficiosa” la portación ilegal de armas que los senadores aprobaron, pero que los diputados eliminaron en el dictamen que se aprobó en la Comisión de Puntos Constitucionales.

Sólo dejaron como graves el robo de combustibles, la corrupción y los delitos electorales.

Gastélum está convencido de que nunca se podrá “cerrar la pinza” si un delincuente que porta un arma puede salir bajo fianza. “Va a salir y va a cumplir su cometido. Todo el esfuerzo del presidente Lopez Obrador se va al caño”, nos dice.

Puntualiza: “En Tijuana hemos sacado de circulación más de dos mil armas. Es un arsenal. Puedes hacer una revolución con dos mil armas”.

 

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