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De góber precioso a horroroso torturador

Francisco Garfias

Francisco Garfias

Arsenal

Nada más catorce años se tardó la justicia en echarle guante a Mario Marín, el otrora góber precioso, como presunto responsable de actos de tortura física y sicológica en contra de la periodista Lydia Cacho.

La policía ministerial detuvo al exgobernador en Acapulco. Su estancia en ese puerto refleja que se sentía confiado, a pesar de tener una orden de aprehensión.

Cacho fue torturada a manos de los policías poblanos, que, en diciembre de 2005, la secuestraron en Cancún y la llevaron al estado que en ese entonces gobernaba Marín.

En el trayecto le dieron su calentadita.

El góber precioso ya está en Cancún, donde lo reclaman por tortura.

No está de más recordar que en esa época se filtró una llamada que el empresario textilero Kamel Nacif, prófugo en Líbano, le hizo al entonces gobernador.

Nacif fue involucrado por Cacho en fiestas donde se pervertía a menores. No le perdonaba a la periodista haberlo balconeado.

En esa llamada, el empresario quería agradecer al góber precioso —así le llamó— la detención de Cacho. Le mandaría dos “bellísimas botellas” de coñac donde él le indicara.

Un premio por silenciar la operación político-empresarial de explotación sexual comercial de niñas de entre 4 y 13 años de edad. Un negocio que deja a los tratantes 1.3 mil millones de dólares, según la periodista.

Antes de colgar, Kamel le hizo una recomendación a su góber precioso: “métela con las locas y las tortilleras, para que la violen”.

Previamente, Marín había presumido a su interlocutor: “Le acabo de dar un coscorrón a esa vieja cabrona… por andar difamando sin pruebas”.

 

 * No le vamos a regatear a la FGR el mérito de haber detenido a Marín. Más vale tarde que nunca. Pero es válido preguntarse si no es un distractor.

Ante el silencio del CEN del PRI —partido del góber precioso— buscamos a un exdiputado federal familiarizado con el caso.

Su hipótesis es que esperaron el momento adecuado para el escándalo. Con la pandemia a tope, sin vacunas, que venga el espectáculo, nos dijo.

Más: “La otra es un madrazo al PRI, de cara al proceso electoral, cuando se deciden candidatos y para golpear a Sí Por México, dando a entender que son de dudosa reputación los aliados”.

La periodista Lydia Cacho puso un tuit en el que reveló que la FGR le avisó de la detención de Marín

“Llevo 14 años buscando justicia por haber sido torturada por ese cómplice de redes de pornografía infantil. Vamos por todos”, escribió.

 

 * Hablamos con Iñaki Blanco, fiscal de Guerrero en tiempos de la barbarie de Iguala, sobre la versión de la 4T, apoyada en dichos del jefe de los sicarios apodado El Gil, hoy convertido en “testigo colaborador”.

Aferrado a desacreditar la llamada “verdad histórica”, el gobierno se ha apoyado en esa versión que involucra al Ejército, al secretario de Seguridad de la CDMX, Omar García Harfuch, y al mismo exfiscal de Guerrero, en la desaparición de los 43.

“El testimonio de Juan o Gildardo López es una apología cargada de rencor, mentira y búsqueda de venganza contra aquellos que lo persiguieron y encarcelaron”, nos dice Iñaki.

Agrega: “No puede construirse una nueva verdad o verdad en paralelo, sustentada en el dicho de un delincuente”.

Nos hizo notar que en el expediente del caso Iguala hay datos de prueba que demuestran plenamente la pertenencia de El Gil a la organización criminal Guerreros Unidos.

Recuerda que los famosos chats de Chicago aluden a acciones de ocultamiento de los responsables de la ejecución de los normalistas.

Dos testimonios completan esa prueba: El Duva y El Pato (sicarios) coinciden en que El Gil los mandó a Tianquizolco y Apetlanca a esconderse.

El exfiscal nos hizo notar que el eje de las “nuevas” investigaciones —que tanto enorgullecen a Alejandro Encinas— es el supuesto de que se victimó a indigentes para simular que se trataba de normalistas.

“Ese irracional invento supondría la muy improbable estupidez de las autoridades investigadoras de ignorar que con un simple examen genético se pueden identificar restos humanos”, señala.

En cuanto al traslado y entrega de los normalistas a Guerreros Unidos, y el vertedero de Cocula, el exfiscal afirma que hay testimonios limpios de los hermanos Sotelo Salinas que coinciden en señalar a El Gil como su jefe y líder.

“Una objeción a lo dicho por el testigo colaborador es que los restos óseos hallados en el basurero de Cocula y en la bolsa del río San Juan presentaban afectación térmica diferenciada”.

En otras palabras, no fueron incinerados en un crematorio, como sostiene El Gil.

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