¿Cambio o continuidad en Cuba?

El cambio de Presidente no significa un cambio en la política cubana. Es una estrategia que permite asegurar la continuidad del régimen.

Por Almendra Ortiz De Zárate Béjar*

La semana pasada concluyó con una noticia poco esperada: el fin de la era de los Castro en Cuba y el inicio de una nueva presidencia, resultado de la elección de la IX Legislatura de la Asamblea Nacional de Cuba. Raúl Castro dejó el cargo en manos de Miguel Díaz-Canel, quien ganó las elecciones con 99.83% de los votos, es decir, sólo tuvo un voto en contra de los 605 diputados que participaron en los comicios.

Aunque la presencia de una cara nueva en la silla presidencial cubana pudiera parecer esperanzadora para un cambio en la vida política del país, vale la pena apuntar que lo esperado es más bien una política de continuidad del régimen anterior. Díaz-Canel comenzó su trayectoria en la vida política de Cuba desde muy temprano. Se convirtió en primer secretario del Partido Comunista de Cuba en 1994 en Villa Clara y desde entonces ha seguido un recorrido en diferentes puestos políticos, incluido el de ministro de Educación Superior, que lo situaron como una persona tan cercana a los Castro que, en 2013, cuando asumió la vicepresidencia del país, Raúl no dudó en afirmar que no se trataba de ningún novato ni improvisado.

A pesar de que Díaz-Canel se identifica claramente como miembro del mismo régimen, el poder político se mantendrá hasta cierto punto estático, pues Raúl Castro seguirá como primer secretario del Partido Comunista y continuará definiendo las decisiones de mayor relevancia para el país. El nuevo Presidente ha manifestado que su mandato significará un periodo de continuidad de las políticas anteriores. Asumió la Presidencia con un discurso que asegura que no tiene ninguna intención de desconocer “tantos años de historia”. Díaz-Canel procurará continuar con las enseñanzas de Fidel y Raúl y con el proceso revolucionario iniciado por sus predecesores.

Durante el mandato de Barack Obama en Estados Unidos se percibió un ligero acercamiento entre los dos países, sobre todo, con la reapertura de las embajadas se distinguió una oportunidad de diálogo entre las dos administraciones. Aunque dicho acontecimiento fue el único cambio en la relación entre Estados Unidos y Cuba en muchos años, se identificaba una posibilidad de cambio en la dinámica que ha marcado la política que los define desde el periodo de la Guerra Fría.

La actual administración estadunidense y la llegada de un Presidente que significa una continuidad del régimen socialista en Cuba marca de manera drástica un estancamiento en la relación entre Estados Unidos y Cuba y, con ello, la imposibilidad de una apertura del sistema económico y político que, para muchos, es más que apremiante.

El cambio de Presidente no significa en lo absoluto un cambio en la política cubana. Es más bien una estrategia que permite asegurar la continuidad del régimen actual por muchos años más. Raúl Castro, a sus 86 años de edad deja el poder en manos de una persona a quien ha visto crecer dentro del Partido Comunista y que tendrá muy cercana durante los siguientes tres años para asegurar que mantenga una postura en el mismo sentido que los dos revolucionarios que definieron el destino del país desde 1959.

* Coordinadora Académica de la Licenciatura en Relaciones Internacionales.

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