La información, una herramienta geopolítica

El uso de la información y los medios de comunicación masiva como medio de dominación, control social o poder blando es una realidad innegable

Por Adolfo Arreola García

La historia del hombre es la historia de sus guerras, las cuales son motivadas por cuestiones económicas, religiosas, ideológicas, de prestigio, sociales, políticas y de poder.

Ya que la guerra es la continuación de la política con otros medios, y que su estudio es un asunto de supervivencia para el Estado, es preciso identificar las particularidades de este fenómeno. Especialmente porque en el presente se habla de las “nuevas guerras”, las cuales son de carácter no convencional, irregular, asimétrico e híbrido e incluyen actores no estatales, financiamiento privado y uso intensivo de la tecnología. La estrategia para hacer la guerra está determinada por los objetivos, las formas y los medios; siendo estos últimos los que determinan el tipo de guerra que puede o debe realizarse con el menor costo y máximo beneficio.

Hoy, la preferencia por los medios de poder blando (propaganda, guerra de la información, operaciones sicológicas, diplomacia pública) para lograr los objetivos geopolíticos es un aspecto que requiere la atención de la comunidad internacional. En una sociedad hiperconectada y “mejor” comunicada, el activo más importante e influyente es la información; la cual, manipulada adecuadamente, puede ganar los corazones de los ciudadanos o generar divergencias irreconciliables que acentúen los conflictos internos, motiven la separación y lleven a la ingobernabilidad o al caos.

Como muestra de lo anterior, desde inicios del siglo XXI la guerra de la información ha sido utilizada por Rusia para mostrar su poder e influir en el escenario geopolítico. Ejemplo de ello son: la guerra contra Georgia, la anexión de Crimea, y su reciente interferencia en las elecciones presidenciales de EU por medio de las redes sociales, los medios de comunicación, la propaganda política y la diplomacia pública. Incluso, después de haber sido revelados dichos actos en EU, en México se encendieron las alarmas por los riesgos que la desinformación y la guerra de la información representan para el proceso electoral y la democracia.

Se asume que el uso de la ideología y el discurso para explotar los temores del ser humano son instrumentos efectivos para reavivar los nacionalismos, explotar el miedo a lo desconocido, exaltar las diferencias, justificar intervenciones, diseñar nuevas políticas ofensivas-imperialistas y establecer fronteras ficticias entre “ellos y nosotros”. No debemos pasar por alto que el triunfo en la guerra se fundamenta en el engaño. En el largo plazo el uso de la información y la propaganda como instrumentos de guerra tienen el poder de influir en Estados, alianzas, población, procesos políticos y elecciones, sin un involucramiento directo; por lo que deben ser considerados como una poderosa herramienta de la geopolítica. En breve, la información es un arma del poder blando que puede vencer la voluntad del enemigo antes de iniciar la lucha.

El uso de la información y los medios de comunicación masiva como medio de dominación, control social o poder blando es una realidad innegable. Por lo tanto, es preciso que los gobiernos implementen medidas que contrarresten no solamente la propaganda rusa, sino la desinformación y la proliferación de noticias que manipulan la opinión pública e impactan en el proceso de toma de decisiones y la gobernabilidad de los Estados. ¡Pensamiento crítico! sería una de ellas.

*Profesor de la Facultad de Estudios Globales. Universidad Anáhuac México

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