Hablan, pero no se escuchan
La humanidad se está acercando al abismo y los líderes del mundo, más allá de la retórica habitual, no tienen intenciones de dar marcha atrás
Por Juan Arellanes
La edición 54 de la Munich Security Conference (MSC) se realizó entre el 16 y el 18 de febrero. Más allá del programa oficial (alrededor de 120 ponencias), la MSC funciona como un espacio de socialización entre las élites políticas y militares que pueden interactuar directamente entre sí.
La MSC se produjo en un contexto de grandes preocupaciones, crecientes disputas y desencuentros. Hubo recriminaciones recíprocas entre EU y Rusia, Europa y EU, Israel e Irán, Alemania y Turquía y un largo etcétera. Hay una creciente desconfianza entre EU y Rusia, agravada por los primeros muertos rusos en Siria. Netanyahu denunció la instalación de bases militares iraníes, al tiempo que blandía un trozo de un dron iraní derribado por la aviación israelí.
Mohamed Zarif, ministro de Asuntos Exteriores de Irán, desdeñó el reclamo, al tiempo que recalcaba los errores cometidos por Occidente en Medio Oriente.
Mientras la ministra alemana de Defensa, Ursula Von Der Leyen, destacó que en la Unión Europea hay cada vez más desconfianza hacia Rusia, el ministro alemán de Exteriores, Sigmar Gabriel, se mostró a favor de normalizar las relaciones con Rusia reduciendo paulatinamente las sanciones.
Alemania y Francia hicieron una férrea defensa de la recién nacida política de defensa europea y externaron su desconfianza hacia EU como garante de su seguridad. La previsibilidad y la confianza “son bienes escasos en la política internacional”, dijo Gabriel, en clara alusión a la política exterior de Trump. “Debemos tener autonomía estratégica”, declaró Florence Parly, ministra francesa de defensa. Por su parte, Jens Stoltenberg, secretario general de la OTAN, y James Mattis, secretario de Defensa de EU, insistieron en que la seguridad europea está garantizada por la OTAN: lo único que hace falta es que Europa cumpla con sus compromisos de incrementar su gasto militar…
La MSC mostró que la seguridad internacional regresó a debates sobre conflictos interestatales, equilibrios de poder y «dilemas de seguridad» que dan lugar a carreras armamentistas. Los temas «realistas» tradicionales han regresado por la puerta grande, al tiempo que las amenazas globales «no convencionales» (el cambio climático, la seguridad energética, la migración, la crisis hídrica, los desafíos alimentarios, la desigualdad y la pobreza) están quedando opacados, aun cuando objetivamente son una amenaza mayor.
La MSC mostró que la humanidad se está acercando al abismo y los líderes del mundo, más allá de la retórica habitual, no tienen intenciones de dar marcha atrás. Hablan, pero no se escuchan. Matthias Von Hein se pregunta si no estamos ante el final de la diplomacia. El llamado «orden liberal global» se encuentra asediado por crecientes desafíos que lo rebasan. Los líderes de Occidente parecen limitarse a buscar culpables (Irán, Rusia, el ascenso desleal de China, los nacionalismos, el islamismo, el populismo o la agresividad de Corea del Norte) incapaces de la más mínima autocrítica. Cuando la élite pierde el consenso, ya no es más dirigente, sólo es dominante.
Hace 88 años, Gramsci escribió: “La crisis consiste precisamente en el hecho de que lo viejo muere y lo nuevo no puede nacer: en este interregno se producen los más variados fenómenos mórbidos”.
*Profesor de Geopolítica y estudiante de Doctorado en Seguridad Internacional. Facultad de Estudios Globales, Universidad Anáhuac México campus Norte.
