El show de míster Trump

Podrá no tener Twitter, pero este proceso judicial le viene como anillo al dedo a Trump para estar presente en la vida política norteamericana en los próximos meses, tener expectantes a sus seguidores y ganar adeptos.

Muchos fantaseamos con la idea de ver a un petulante Donald Trump purgando una pena en prisión, considero que pecaríamos de ingenuos si creemos que, algún día, uno de los expresidentes de Estados Unidos y de los hombres más ricos de ese país estará bajo las rejas. Es claro que lo acontecido esta semana fue sólo un reverendo show y que Trump salió triunfando, como siempre.

Las redes sociales, medios de comunicación –tanto estadunidenses como internacionales–, se inundaron dándole seguimiento al caso jurídico de Trump por todas las formas posibles, desde su recorrido en su residencia en Mar-a-Lago, Florida, hasta su presentación en el juzgado de Manhattan. Ya sea a través de transmisiones en vivo por helicópteros, por tierra, etcétera, nos enteramos de cada uno de los movimientos del “pobre magnate inculpado injustamente”; en pocas palabras, se le dio una publicidad inusitada. 

Como buen populista, aplicó una de las fórmulas: vender la idea de que sufre una persecución política en su contra y que, con ello, se busca frenar sus aspiraciones presidenciales en 2024. Los tiempos para hacerse la víctima no pudieron ser mejores, a un año de las elecciones tendrá tiempo para demostrar su inocencia y continuar su storytelling de que, a pesar de tener al sistema norteamericano en su contra, el pueblo estadunidense lo quiere, lo salva y lo elige de nueva cuenta como su líder.

Esta historia tan trillada la encontramos en numerosas personalidades políticas en nuestro país, pero también en otras latitudes, marcadamente en Latinoamérica con Lula Da Silva, Gustavo Petro, Evo Morales, Hugo Chávez, Nicolás Maduro, Fidel Castro, Rafael Correa, Cristina Fernández de Kirchner, entre otros personajes. Todos ellos tienen el común denominador de ser perseguidos políticamente y luego “triunfar”, pese a todo.

Consciente de la oportunidad mediática que representaba pararse ante el Tribunal Penal de Manhattan, y con ello darle una bocanada de aire fresco a su desgastada figura, Trump hizo su propio circo, presentándose ante sus verdugos como un acusado que tiene la conciencia tranquila, sí, de esos que dicen que nada deben y nada temen y deciden entregarse, ser detenidos, que se les tomen huellas dactilares, escuchar los cargos que se le imputan y, finalmente, declarar su inocencia. Por supuesto, esa misma noche ya dormía tranquilo entre sábanas de seda a miles de kilómetros de Nueva York.

El show no podía concluir sin un evento que parecía más el inicio de su campaña presidencial que un mensaje a medios, ahí se despojó de la máscara del “pobre hombre acusado” de la mañana y se mostró tal cual es: arrogante, narcisista, manipulador y desafiante. Sabedor de su escenario, soltó una frase para la memoria colectiva: “Nunca pensé que esto pudiera pasar en Estados Unidos. El único crimen que he cometido ha sido defender sin miedo a esta nación de quienes tratan de destruirla”.

Mientras todo esto transcurría, Trump facturaba, sus cuentas se llenaban de miles de donaciones, tan sólo a una semana de saberse la noticia de su acusación y durante su “aciago” día en la corte neoyorquina, recaudó más de 5 millones de dólares, 25% de estas donaciones provinieron de donantes por primera vez, reveló el equipo del magnate.

Publicidad gratis más dinero en la bolsa para su campaña: le resultó redituable, no queda duda que Trump empieza la batalla por su segundo periodo presidencial, podrá no tener Twitter, pero este proceso judicial le viene como anillo al dedo para estar presente en la vida política norteamericana en los próximos meses, tener expectantes a sus seguidores y ganar adeptos.

Lo “histórico” de este caso será aplicable, si no queda en un show business y, de existir imputaciones criminales, que se lleve ante la justicia, así sea hasta al mismísimo Donald Trump.

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