Logo de Excélsior                                                        

Caminantes del Mayab

Félix Cortés Camarillo

Félix Cortés Camarillo

Cancionero

El éxodo de los hondureños tiene varias aristas que han sido descuidadas y siguen llamando la atención. En alguna de sus numerosas entrevistas con los medios electrónicos mexicanos, uno de los que aparecían como líder de esta impresionante caravana del hambre, el miedo y la desesperanza, se quejaba de la incomprensión de los mexicanos y sus autoridades y lo contraponía a la actitud del gobierno guatemalteco que los dejó pasar sin hacerla de tos.

Esa laxitud de los vecinos del sur fortalece la sospecha de que todo ese conflictivo evento tiene raíces mucho más al norte, para ser exactos, en el Distrito de Columbia, donde se encuentra la Casa Blanca. Los viejos investigadores nos enseñaron que ante una definición dudosa, siempre hay que buscar quién es el beneficiario de ella. Observando el discurso persistente de Trump en estos recientes días, es evidente que él se asume como el triunfador de todo este asunto de los hondureños.

Detrás del melifluo elogio hacia la actitud mexicana por haber contenido la ola catracha, vino la conclusión política: esto demuestra que México nos respeta y respeta a los líderes de nuestro país, dijo palabras más, palabras menos. Aquí el que manda soy yo. Lo que el presidente Trump busca es que los norteamericanos, que la primera semana de noviembre en importantes elecciones de medio término van allá a las urnas, traduzcan lo que está pasando en el Suchiate como una ratificación del éxito de su plataforma ideológica: America First, buy American, here American. Primero Estados Unidos, compre lo estadunidense, deles trabajo a los estadunidenses. Dicho más sencillamente: voten por los candidatos republicanos que son los que van a defender los intereses de los norteamericanos ante la amenaza de estos delincuentes que quieren entrar a EU pasando por un México débil y dócil.

Debilidad y docilidad que solamente se asumen, pero que no están documentadas. Cierto, el canciller Videgaray ha sostenido la postura de que México basa su política migratoria en el respeto a los derechos humanos de todos, especialmente de los vulnerables, en ese sentido ha tenido el apoyo, así sea solamente formal, de la ONU. Por otro lado, diferentes instancias han tratado de convencer a los hondureños de que se hagan de papeles para que puedan solicitar la condición de refugiados.

Los migrantes, acarreados o no por intereses políticos a la frontera con México, adivinaron que el gobierno saliente de nuestro país solamente les estaba dando largas, abandonaron la espera en el puente internacional y se fueron por el método antigüito, las balsas de neumáticos inflados que los pasan de contrabando. Muchos ya están en Chiapas, poniendo un nuevo reto a la Segob en la persona de las autoridades de migración y población.

El que estuvo en Chiapas el sábado es el presidente electo, oficialmente, para hablar con el gobernador del estado sobre los programas de apoyo y desarrollo de la región. Precisamente, la región del sureste y los refugiados hondureños han sido mencionados en combinación para resolver el impasse de esta caravana. López Obrador ha repetido que los hondureños que así lo dispongan recibirán visas para legalizar su estadía en nuestro país y poder trabajar legalmente. Ha ofrecido darles trabajo a esos afortunados hondureños.

Allegados al señor López Obrador sugirieron que la construcción de lo que falta por hacer del Tren Maya va a requerir, por lo menos, durante los próximos tres años, de abundante mano de obra. Y los hondureños están habituados al clima de la zona y desaparecerían de esta manera del mapa conflictivo de las relaciones de México con EU. Ya lo dijo el Presidente que viene: para pelear se necesitan dos. Y también dejó en claro que él no quiere pelear con Trump. Así son los caminos del Mayab.

 

Comparte en Redes Sociales

Más de Félix Cortés Camarillo