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Caminante del Mayab

Félix Cortés Camarillo

Félix Cortés Camarillo

Cancionero

           También en mi camino la nube blanca vi…

           También escuché el canto. Pobrecito de mí.

           Guty Cárdenas, Antonio Mediz Bolio,

           Caminante del Mayab

“Me canso ganso”, dijo el presidente López Obrador respecto de si se iba a hacer o no el Tren Maya. A diferencia del Nuevo Aeropuerto Internacional de México, que ha estado en escrutinio público desde hace más de veinte años, y que ahora se apresta a pasar por un plebiscito incierto y tendenciosamente diseñado, el Tren Maya, que es un proyecto muy positivo y benéfico, va porque va. Sin consulta, sin encuesta, sin aprobación del pueblo bueno. Porque lo dice el jefe.

El jefe dice que la mitad del Tren Maya ya tiene derecho de vía. El derecho de vía son los terrenos por donde pasan las comunicaciones, férreas o carreteras, y que tienen que ser adquiridos por la autoridad antes de empezar a desbrozar y pavimentar o poner vías férreas. Tiene razón Andrés Manuel López Obrador: la Península de Yucatán, con todo el retraso que viene arrastrando por decenios, no es terreno sin vías. Hace sesenta años el presidente Miguel Alemán inauguró el Tren Peninsular que, efectivamente, ya tiene derechos de vía. Otros rieles, si bien de estrecha anchura, se construyeron en los tiempos de la bonanza del henequén, que dieron a Mérida su auge y su riqueza, que se iba a gastar a París, de donde los barcos que llevaban el henequén para hacer las gruesas sogas que sujetaban los grandes buques a los muelles, regresaban con mármol para las casas ricas de la casta divina, como lastre. Luego llegarían las sogas de plástico, y entonces el henequén y la casta divina se fueron por el caño.

Independientemente del impulso al turismo que el Tren Maya debe traer, su uso alterno para transportar mercancías no es de desestimarse. Diferentes ramales de Mérida a Progreso, por ejemplo, pueden tener un impacto muy positivo para el comercio y la industria, tan descuidada en la península.

Dice el presidente electo que los carros del Tren Maya podrían ser construidos por la empresa Bombardier, un consorcio franco-canadiense que tiene un buen rato retozando en los negocios con el gobierno de México a diferentes niveles. Esto sucede a siete semanas de que el presidente electo, López Obrador, tome posesión. Yo me imagino que después del primero de diciembre los conceptos de concurso, licitación y mejor postor van a pasar a la historia de la prensa fifí. Los contratos millonarios, como debe ser el de la compra de los vagones para el Tren Maya, serán otorgados a discreción del jefe.

En este contexto, la consulta convocada por el jefe para decidir cuál es el aeropuerto que en la Ciudad de México un millón de acarreados decidirá en un nebuloso procedimiento que nadie quiere pagar, al menos abiertamente porque todos lo vamos a pagar finalmente, acaba pareciendo una cortina de humo para que nadie proteste por los millones de pesos que se van a gastar en el famoso Tren Maya.

Por los caminos del Mayab va la maquinita echando humo de algodón.

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