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Marisela Escobedo

Fabiola Guarneros Saavedra

Fabiola Guarneros Saavedra

Mensaje directo

A Rubí Marisol Frayre Escobedo la mataron cuando tenía 16 años, la metieron en un tambo, le prendieron fuego y la tiraron en “las marraneras” —un lugar de Ciudad Juárez donde se tiran los restos, grasa y huesos de puercos y vacas—. Su madre, Marisela Escobedo la buscó, escarbó en el tiradero de los animales, persiguió y atrapó al asesino, el novio de su hija.

A Marisela también la asesinaron. Mientras buscaba y exigía justicia se topó con autoridades incompetentes, omisas (en el mejor de los casos), ineficientes, corruptas; evidenció las fallas del sistema de justicia penal y las complicidades que existen con el crimen organizado. Los dos asesinatos quedaron impunes.

La historia de Marisela, sus investigaciones para capturar y llevar a juicio al homicida de su hija; sus caminatas por Chihuahua y Ciudad de México, así como su asesinato, se publicaron en los periódicos y el recién estrenado documental Las tres muertes de Marisela Escobedo, dirigido por Carlos Pérez Osorio, retrata con fidelidad los hechos ocurridos hace 10 años, aporta detalles y exhibe la impunidad que impera en México.

El documental obliga a la reflexión y a escudriñar en nuestro ahora y en el movimiento de mujeres, invita a ver con otros ojos —los de la empatía y sororidad— a las que marchan, pintan, destruyen o toman instalaciones gubernamentales exigiendo justicia.

¿Qué ha cambiado? Nada o muy poco. Se calcula que, en promedio, en nuestro país, 10 mujeres son asesinadas cada día y el 97% de los feminicidios quedan impunes. A julio de este año se tenían reportadas 18 mil 258 mujeres como desaparecidas o no localizadas.

Las cifras oficiales a septiembre de este año reportan 704 casos de feminicidios, lo que significa que en promedio han asesinado, por motivos de género, a 2.6 mujeres cada día, sólo en este año. Las entidades más peligrosas para las mujeres, por el número de víctimas son Estado de México (con 106 casos), Veracruz (67), Ciudad de México (55), Nuevo León (50), Puebla (40), Jalisco (39), Chihuahua (28), Morelos (28), Baja California (27) y Oaxaca (25).

El mes de junio fue el más letal, con 94 víctimas; el menos, mayo con 67 feminicidios.

Marisela dejó la enfermería para convertirse en detective y activista. Hizo sus propias investigaciones, sola, con sus recursos y posibilidades. Pero no ha sido la única, recordemos a las mujeres que buscaron a sus hijas, hermanas o madres en Ciudad Juárez, que sembraron cruces rosas en el lugar donde encontraron 8 cuerpos, en 1996. Las cruces se multiplicaron.

Pensemos ahora en los cientos de colectivos que siguen buscando a las más de 18 mil desaparecidas (su ausencia puede estar vinculada a un delito) o no localizadas (clasificadas así porque su ausencia no estaría vinculada a ningún delito). Las buscan por todo el territorio con la esperanza de encontrarlas vivas, pero también escarban la tierra, buscan en las fosas, separan huesos. Van a las morgues, peregrinan por los ministerios públicos o agencias de investigación. Marchan con sus retratos por las principales ciudades de este país.

A Rubí la mató su novio. ¿Cuántos casos leemos en la prensa o vemos en las noticias de mujeres asesinadas, violentadas o violadas por sus parejas? ¿Todos los días? En agosto, en promedio, las mexicanas fueron víctimas de un delito cada cuatro minutos, entre ellos feminicidio, abuso sexual, acoso, violación y violencia familiar entre otros.

Datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) —publicados por mi compañero Andrés Mendoza el pasado 23 de septiembre— indican que de enero a agosto se iniciaron 35 mil 240 carpetas por delitos que atentan contra la libertad y la seguridad sexual.

Las llamadas al 911 representan otro indicador de alta incidencia en violencia de género, pues, aunque no se trata de denuncias son peticiones de auxilio o registros oficiales de algún tipo de incidente. Las estadísticas del SESNS indican que a julio sumaban 716 mil 337 llamadas de emergencia, mil 241 al día o 51 cada hora en promedio.

Los incidentes más reportados fueron la violencia familiar (412 mil 912), violencia contra la mujer (154 mil 610), violencia de pareja (138 mil 832), acoso sexual (cuatro mil 777), abuso sexual (tres mil 026) y violación (dos mil 180).

El asesino de Rubí pidió perdón a Marisela en la audiencia del juicio oral que se realizaba en su contra y los jueces lo dejaron en libertad. Se dio a la fuga, se involucró con un grupo criminal y mataron al testigo protegido, al cuñado de Marisela y a la propia Marisela, frente al Palacio de Gobierno de Chihuahua (16 de diciembre de 2010). ¿Le viene a la mente algún caso en el que hayan dejado en libertad al responsable de un delito, ya sea por falta de pruebas, por violación al debido proceso o por confesar bajo tortura? ¿Le hace sentido la puerta giratoria de la justicia?

¿Recuerda a Abril Pérez, la mujer asesinada frente a sus hijos? Abril denunció a su esposo Juan Carlos por intento de homicidio y violencia familiar, la despertó con un golpe de bat en la cabeza. Él fue encarcelado por el delito de feminicidio, pero un juez reclasificó el delito como violencia familiar y lesiones, y otro juez ordenó su libertad.

Marisela Escobedo no quería que el caso de su hija fuera una estadística más. Tampoco buscó hacer justicia por propia mano, hasta el último minuto de su vida le apostó a la ley, a las instancias y autoridades que la representan. ¿Se equivocó?

“Cuando ustedes duden sobre qué es lo que deben hacer, cuando duden sobre qué manera se debe luchar acuérdense de Marisela Escobedo”. Una cita del documental.

 

 DM

Revisen la letra de Canción sin miedo, escrita por Vivir Quintana. Un himno que interpretó junto con Mon Laferte y El Palomar, aplaudo y canto.

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