Venezuela e Irán: dos mujeres
Además de María Corina Machado, recientemente galardonada con el Nobel de la Paz, otra mujer fue objeto de atención internacional esta semana. Se trata de Narges Mohammadi, Premio Nobel de la Paz 2023 por su tenaz lucha a favor de los derechos humanos y los derechos de las mujeres en Irán.

Esther Shabot
Editorial
A pesar de la distancia y de las diferencias históricas, culturales y religiosas, es notable cuántos lazos y similitudes pueden observarse actualmente en países tan disímbolos como son Venezuela e Irán. No sólo se trata de sus amplios yacimientos petroleros que les han hecho ser parte integral de la OPEP desde hace años, sino de una serie de alianzas compartidas y características políticas que los hermanan. En los dos casos el régimen gobernante puede definirse como una brutal dictadura populista ampliamente conectada con redes de narcotráfico y practicante de una inclemente represión de sus respectivas poblaciones privadas de libertades fundamentales y del respeto a sus derechos humanos.
Desde hace décadas en una y en otro se han registrado intentos populares de deshacerse del yugo de esas camarillas tiránicas, desgraciadamente sin éxito. Y desde luego, la cooperación entre los dos regímenes ha sido fluida, con complicidades en la planeación y ejecución de actos terroristas. No es un secreto que las huestes del Hezbolá, dependientes de Irán, han tenido en territorio venezolano una base de operaciones hospitalaria a fin de extender su brazo ejecutor sobre blancos elegidos en el continente americano. Los apoyos económicos mutuos forman también parte del cuadro.
Quizá de manera casual, en estos últimos días se ha presentado un paralelismo más entre ambos regímenes el cual tiene como protagonistas a dos mujeres. No es necesario abundar mucho en el caso de María Corina Machado, recientemente galardonada con el Premio Nobel de la Paz, cuyas aventuras para salir de Caracas ahora conocemos, y cuyo discurso expresado en voz de su hija en Oslo, fue aplaudido y celebrado como una pieza oratoria que de manera sintética hizo la radiografía de cómo la libertad y la democracia se fueron perdiendo en su patria y cómo la dictadura chavista-madurista condujo al país a la catástrofe en que hoy se encuentra.
Una mujer iraní también fue objeto de atención internacional esta semana. Se trató de Narges Mohammadi, Premio Nobel de la Paz 2023 por su tenaz lucha a favor de los derechos humanos y los derechos de las mujeres en Irán, lo mismo que contra la pena de muerte cuyas cifras van en aumento aceleradamente dada la manga ancha con que el régimen de los ayatolas la impone. Por ejemplo, en este último semestre cerca de 2200 personas acusadas de espionaje, traición o faltas a la moral religiosa fueron ejecutadas tras procesos penales realizados al vapor.
El hecho es que Narges Mohammadi fue detenida junto conun grupo de 39 activistas hace una semana cuando se llevaba a cabo una ceremonia de homenaje a Khosrow Alikordi, abogado defensor de víctimas de la represión gubernamental cuyo cuerpo fue encontrado sin vida recientemente. La Nobel iraní, que ya había pasado largas temporadas en la cárcel (ese fue el motivo por el que no pudo asistir en su momento a recibir el premio hace dos años), en esta ocasión fue devuelta a prisión, habiendo trascendido que fue golpeada brutalmente sin conocerse hasta este momento la gravedad de las lesiones. Hay preocupación de organismos defensores de derechos humanos por su integridad física, ya que es sabido que la teocracia iraní no se tienta el corazón para eliminar a quienes disienten de sus prácticas inhumanas.
Muchas lecciones podemos extraer en México de lo arriba relatado. Una de ellas, es in duda la similitud de lo que hoy se vive aquí, con el proceso venezolano de deterioro paulatino de la democracia y las libertades narrado tan brillantemente por María Corina Machado en su discurso en Oslo. Por su parte, el caso de Narges Mohammadi puede servirnos también como ejemplo extremo del nivel de hostilidad y agresión que puede ejercerse desde las élites del poder hacia ciudadanos comunes que se atreven a denunciar la corrupción y arbitrariedades del régimen. No puede negarse que desde las alturas del oficialismo mexicano se ha montado una estructura perfectamente a modo para amedrentar, silenciar o sancionar a figuras incómodas debido a sus valientes denuncias de las corruptelas y transas que nos agobian. Basta seguir las noticias nacionales de las últimas semanas para corroborarlo.