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Medio Oriente: inestabilidad en vertiginoso ascenso

Esther Shabot

Esther Shabot

Catalejo

De por sí, la zona nunca ha gozado de niveles aceptables de tranquilidad durante el último siglo, y menos aún ahora, cuando se multiplican en el panorama decisiones, declaraciones y desarrollos inesperados, con gran capacidad de generar turbulencias de alto riesgo que tienen a Oriente Medio sumido en el nerviosismo y la incertidumbre. Entre los varios frentes que se agitan en estos momentos destaca, sin duda, el encarnado por el conflicto a muerte que viven los países árabes sunnitas del Golfo contra Irán, conflicto exacerbado por Estados Unidos a partir de la decisión de Trump de abandonar el acuerdo firmado en 2015 por el G5+1 con el país persa, el cual estipulaba la suspensión iraní de cualquier actividad relacionada con la producción de armamento nuclear.

Lo que se revela en la coyuntura actual dentro de ese escenario es más que preocupante. En el Reino Saudita, donde se celebra en estos días la última semana del mes santo del Ramadán –con la consecuente llegada a la Meca de decenas de miles de peregrinos para cumplir con la obligación religiosa del Haj– se han organizado simultáneamente reuniones de carácter político que apuntan a consolidar al bloque árabe–sunnita, unificado bajo la tutela de Washington con el fin de neutralizar las aspiraciones hegemónicas de la república islámica de los ayatolas. Tanto el Consejo de Cooperación del Golfo como la Organización de la Conferencia Islámica y la Liga Árabe se reunieron ahí para analizar y condenar los recientes ataques a instalaciones y tanqueros petroleros de Arabia y de los Emiratos, presuntamente llevados a cabo por grupos patrocinados por Teherán.

En ese contexto marcado por la confrontación, destaca la reciente llegada a las aguas del Golfo Pérsico de un gigantesco portaaviones estadunidense, lo cual se contrapuntea con declaraciones airadas de la jerarquía política iraní que acusa al presidente Trump y al rey Salmán de Arabia junto con sus socios, de estar fomentando el divisionismo musulmán a fin de beneficiar a Israel. Curiosamente, quien ha aparecido ahí en el papel de mediador para tranquilizar las cosas es Rusia. El presidente Putin acaba de enviar a uno de sus altos diplomáticos a Teherán con el fin de disuadir a los iraníes de cumplir con su amenaza de abandonar sus compromisos de no proliferación nuclear.

Y por supuesto, la preocupación del mundo respecto a la posibilidad del estallido de una gran guerra abierta entre esas fuerzas en choque viene acompañada del temor a los efectos económicos que podrían derivarse a propósito del tema del suministro y precio del petróleo en caso de que las tensiones aumentaran.

Por otra parte, y siguiendo con las turbulencias en Oriente Medio, cabe señalar que Siria no constituye de ningún modo un conflicto resuelto. Sigue incendiado el noroeste del país, donde en la zona de Idlib se reportan 950 muertos en el mes de mayo, de los cuales un tercio de las víctimas son civiles, y el resto se reparte entre fuerzas del régimen y jihadistas. El número de desplazados tan sólo en un mes ha sido de 270 mil, según lo reporta el periódico Al Monitor. Siria es así hoy un país hecho pedazos que aún está por resolver un sinnúmero de desafíos antes de proceder a su eventual reconstrucción una vez que la lucha armada cese.

Y para completar el cuadro de volatilidad regional están los sangrientos conflictos internos que se viven en Irak y Yemen. En éste se registra un gravísimo desastre humanitario como consecuencia de su guerra civil de más de cuatro años de duración. Otro tema generador de incertidumbre es el del destino que le aguarda a Turquía a partir de las contradicciones derivadas de sus diversos intereses geoestratégicos, lo que se suma a la obsesión del presidente Erdogan de no perder un ápice de su control dictatorial del país, como lo demuestra su resistencia a que la municipalidad de Estambul quede en manos de un partido opositor.

Por último, está el tema de lo que se puede esperar a partir del reciente anuncio de Israel de que repetirá sus elecciones generales en septiembre próximo, dado que el premier Netanyahu no consiguió formar coalición de gobierno tras los comicios de abril pasado. Con relación a esto, es evidente también que el anunciado plan de la administración Trump de presentar su propuesta de solución al conflicto palestino–israelí en Bahréin a finales de junio se vuelve altamente improbable. En síntesis, el Oriente Medio es hoy un gran océano de interrogantes.

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