Las maniobras de Turquía para superar su crisis

En los últimos tiempos ha dejado de lado las veleidades, bravatas y posturas arrogantes que le han sido características en la última década.

El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, se ha embarcado en un frenético movimiento en diversos frentes para salir de los numerosos aprietos en los que se encuentra su economía. Aprietos que podrían costarle la pérdida del poder que a lo largo de más de dos décadas ha estado ejerciendo al mando de su país. La gravedad es evidente: su tasa de desempleo es de 10%, ha padecido devaluaciones continuas de su moneda y sus reservas son cada vez más exiguas debido, en parte, a su ocupación de una zona de Siria que le cuesta, según el Financial Times, dos mil millones de dólares anuales. A ello se agrega la descomunal carga de 40 mil millones de dólares que le significa la presencia en su territorio de 3.2 millones de refugiados sirios que han llegado a Turquía durante la última década como consecuencia de la guerra civil siria que expulsó a un tercio de su población.

El retorno de parte considerable de población siria a su patria se ha convertido así en uno de los objetivos de Erdogan con objeto de aliviar la carga que significa para su economía. Con ese propósito Turquía ha construido más de 62 mil viviendas en el noroeste sirio, dentro de la provincia de Idlib. La intención, según lo ha declarado su ministro del Interior, es alentar a familias sirias a reinstalarse en su patria de manera voluntaria, segura y digna. El proyecto pretende completar hacia fines de este año la cifra de 100 mil viviendas, con el apoyo de diversas organizaciones no gubernamentales, y de la Autoridad Turca para el Manejo de Desastres y Emergencias. La idea es que un flujo de un millón de refugiados vaya retornando a suelo sirio a medida que el proyecto vaya avanzando y se expanda para incluir escuelas e instalaciones diversas para la atención a la salud.

Sin embargo, a ojos de los refugiados, este proyecto no es de ninguna manera claro ni totalmente confiable. A pesar de que desean volver a Siria y resienten la fragilidad de su condición que incluye a menudo una fuerte discriminación social padecida en la vida cotidiana debido a su identidad no turca, temen ser reubicados en zonas desconocidas para ellos, donde aún prevalecen condiciones de peligro en la medida en que los operativos bélicos entre facciones no han cesado del todo. Se trata de una población muy golpeada y traumatizada por los horrores de la guerra y por el exilio forzado, por lo que lógicamente una nueva voltereta en su vida les está generado resistencias y altas dosis de aprehensión. Las primeras 62 mil viviendas ya están listas, así que habrá que ver si el proyecto logra cuajar.

Otro frente en el que Erdogan está trabajando con vistas a mejorar la situación económica de su país es el de las relaciones exteriores. En los últimos tiempos ha dejado de lado las veleidades, bravatas y posturas arrogantes que le han sido características en la última década en cuanto a la forma de relacionarse con otros gobiernos. Al parecer, está optando por una política de “cero problemas con los vecinos”, participando, incluso, como pieza clave en la mediación entre Rusia y Ucrania.

Para cumplir con ese papel Turquía mantiene relaciones fluidas con ambas partes del conflicto, muy en contacto con António Guterres, secretario general de la ONU. Las exportaciones de cereales desde Ucrania y la reanudación del abasto de fertilizantes y alimentos por parte de Rusia se consiguieron en buena medida gracias a la diplomacia turca.

Por otra parte, hace unos días hubo un encuentro entre el ministro de relaciones turco, Mevlut Cavusoglu, con su homólogo sirio Faisal Mekdad con objeto de conciliar posturas alrededor de los focos de conflicto aún vigentes en Siria, lo cual ayuda a vislumbrar una posible ruta para pacificar al país, aun cuando el manejo de la cuestión kurda sigue siendo un punto de enorme complejidad.

Por último, Erdogan también ha restaurado relaciones plenas con Israel tras años de una enemistad que si bien no produjo una confrontación abierta, sí dañó muchos de los intereses que compartían, entre los que destacan el turismo, el comercio y la cooperación estratégica que en los buenos tiempos fue bastante estrecha. En estos momentos la restauración de lazos con Israel no sólo constituye una oportunidad de mejoría económica directa, sino que le abre la puerta a Turquía para beneficiarse indirectamente de las fructíferas relaciones inauguradas a partir de los Acuerdos de Abraham entre Israel y los pequeños, pero riquísimos países petroleros del Golfo.

El 18 de junio del próximo año se celebrarán elecciones presidenciales y parlamentarias en Turquía y Erdogan sabe muy bien que, para reelegirse, es necesario superar la crisis económica que aqueja a su país. Los roles que ha decidido jugar en la actual coyuntura internacional tienen todo que ver con ese objetivo.

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