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México, Honduras, Guatemala y El Salvador: una nueva visión de desarrollo

Columnista Invitado Nacional

Columnista Invitado Nacional

 

Por Laura Elena Carrillo Cubillas

 

El Fondo de Infraestructura para Mesoamérica y el Caribe (conocido como Fondo Yucatán o Fondo México) se puso en marcha en 2011 como parte de una estrategia de cooperación internacional para impulsar proyectos de desarrollo y asistencia en la región.

Sin embargo, la visión de desarrollo y el entendimiento de los objetivos que debe perseguir un fondo de este tipo tenían obstáculos importantes. Para empezar, hacía falta una visión regional que tomara en cuenta la interdependencia de los fenómenos económicos y sociales de cada uno de los países mesoamericanos, de igual manera, su operación estaba sujeta a reglas de operación de una rigidez contraria a las necesidades dinámicas de la región, y por diseño, privilegiaba obras de infraestructura física sobre proyectos de desarrollo humano.

En esta administración, asumimos la responsabilidad de impulsar un nuevo modelo de desarrollo y se reconoció que el futuro de México y el de Centroamérica está íntimamente vinculado; que las necesidades de desarrollo económico de cada país sólo pueden ser atendidas con una visión regional y que la mejora de las condiciones de vida de la población, por ejemplo, en el contexto del fenómeno migratorio, por su naturaleza, requiere de acciones concertadas internacionalmente.

Por ello, desde la Secretaría de Relaciones Exteriores, a través de la Agencia Mexicana de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AMEXCID), impulsamos un cambio estructural en el Fideicomiso para atender las urgentes necesidades regionales, que se logró con el decreto firmado a finales de junio de este año por el presidente Andrés Manuel López Obrador.

Así, logramos ampliar el tipo de proyectos susceptibles de ser apoyados con los recursos del Fondo México, para incluir el desarrollo de capital humano y la inversión de recursos en las instalaciones de atención a la población en tránsito, tanto en territorio nacional como en Centroamérica, entre otros.

El Fondo México, ahora coordinado por la AMEXCID gracias a este nuevo entendimiento, ha dado sus primeros frutos. Se logró el consenso con El Salvador y Honduras para poner en marcha los programas de Sembrando Vida y Jóvenes Construyendo el Futuro, que tienen como objetivo el desarrollo de esquemas productivos sustentables en el campo, y el acceso de los jóvenes a la capacitación y al trabajo digno, respectivamente.

Ambos logran al mismo tiempo mejoras inmediatas en la calidad de vida de la población a través de apoyos económicos, técnicos, y en especie; además de tener un efecto de largo plazo, pues al impulsar la creación de formas productivas y sustentables de desarrollo, se modifican las relaciones sociales y económicas estructurales, y se posibilita un desarrollo inclusivo y sustentable para la región.

Sabemos también que el fenómeno migratorio es multidimensional: que por un lado debemos de atender la migración insegura e irregular, pero también que la migración es una oportunidad de progreso para todos: para nuestro país, porque la diversidad enriquece e incentiva el desarrollo; y para los migrantes porque mejoran radicalmente sus condiciones de vida y benefician a sus familias con los frutos de su trabajo.

Nuestra región ofrece muchos retos y no podemos negar la urgente necesidad de atender a nuestra gente. Por ello, estamos operando para lograr los acuerdos necesarios para implementar programas adicionales junto con nuestros socios centroamericanos. Por otro lado, aprovechando la larga tradición diplomática mexicana, estamos trabajando para obtener fondos internacionales para el desarrollo regional.

Porque reconocemos que tenemos un futuro compartido. Porque este país y esta región comparten una suerte, comparten un destino. Somos compañeros de viaje y nos estamos haciendo cargo.

 

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