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El momento para la igualdad es ahora

Columnista invitado Global

Columnista invitado Global

Por Antonio Molpeceres*
 

El Día Internacional de las Mujeres, que conmemoramos cada 8 de marzo, se presenta como una oportunidad para celebrar los importantes logros sociales impulsados por y para las mujeres, pero, aún más importante, es un día para reconocer la legitimidad de sus demandas y redoblar esfuerzos para construir una sociedad más igualitaria, pacífica y justa. Es, también, un momento para reflexionar sobre los esfuerzos para promover y garantizar la igualdad entre los géneros, con el objetivo de trazar una ruta que nos permita alcanzar la plena igualdad de género.

Tal como ha quedado plasmado en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible —primera agenda en cuya negociación participaron todos los Estados miembros de la ONU y que marca la ruta de acción global durante la próxima década—, lograr la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres y niñas es fundamental para la consecución de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible y, por lo tanto, para poner fin a la pobreza, combatir todas las desigualdades, promover el bienestar de todas y todos y asegurar un planeta más sano.

En la actualidad, ningún país puede presumir de haber alcanzado la igualdad de género. Aún las mujeres y las niñas siguen siendo infravaloradas; trabajan más, ganan menos y tienen menos oportunidades.

En México, sólo 45% de las mujeres participa en el mercado laboral, en comparación con 78% de los hombres. Asimismo, las mujeres perciben un salario aproximadamente 15.6% inferior al de los hombres y ellas dedican 59 horas a la semana al trabajo de cuidados y doméstico, tres veces más que los hombres que dedican 22 horas promedio.

El principio de la Agenda 2030 de no dejar a nadie atrás ha sido incorporado en el Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024 de México, y es el eje fundamental que nos llama a poner especial atención en las mujeres que históricamente han sido excluidas de los avances del país e involucrarlas en el diseño, ejecución y evaluación de las políticas y estrategias de desarrollo, paz y seguridad que lleve a cabo el Estado mexicano.

Este 8 de marzo también nos llama a sumar esfuerzos para erradicar la violencia contra las mujeres y las niñas (VCMN), que es una de las violaciones de los derechos humanos más extendidas, devastadoras e inmorales en el mundo. Esta violencia es tanto causa como efecto de la desigualdad y la discriminación de género y forma parte de un continuum de violencia que viven las mujeres y las niñas de manera regular y sistemática en todos los ámbitos y etapas de sus vidas, lo cual está enraizado en los modelos culturales sexistas. Este continuum de violencia tiene en el feminicidio su manifestación más extrema. Aunado a ello, la intersección de otros factores de desigualdad como la pobreza, el origen étnico, la discapacidad, el estatus migratorio, entre otros, pueden aumentar su vulnerabilidad de mujeres y niñas y las condicionan a enfrentar barreras adicionales para acceder a la justicia y a servicios de protección y apoyo.

No podemos esperar más. El momento para la igualdad es ahora y nos convoca a todas y a todos a la acción. Está en nuestras manos ser la última generación que vivió la desigualdad de género. Hoy, las voces de las mujeres en las calles, en los centros de trabajo, en las instituciones públicas, en las redes sociales, en todos los ámbitos, resuenan con fuerza y se identifican con los más altos ideales de los Estados miembros de Naciones Unidas: lograr transformar nuestras sociedades en unas más igualitarias, pacíficas, justas y sostenibles.

Estamos en un momento histórico, 25 años después de la Conferencia Mundial sobre la Mujer, en Pekín, un evento que marcó un punto de inflexión. Desde la adopción de la Declaración y la Plataforma de Acción de Pekín, hemos sido testigos de un progreso notable en los derechos y el liderazgo de las mujeres en algunas áreas, en especial, el acceso a la educación y la salud materna.

Este año, además conmemoramos los 20 años de la resolución 1325 del Consejo de Seguridad sobre las Mujeres, la Paz y la Seguridad, los cinco años de la Agenda 2030, el 10º aniversario de la creación de ONU Mujeres y los 75 años de la ONU. Esto nos da la pauta para hacer un examen a conciencia de los avances alcanzados y acelerar esfuerzos allí donde las mujeres, particularmente las jóvenes, indígenas, afromexicanas, rurales, LBTI y con discapacidad, siguen enfrentando barreras estructurales para poder gozar plenamente de todos sus derechos.

Sabemos que en México existen estructuras institucionales, jurídicas y políticas para hacer de la igualdad de género una realidad. Hace 45 años, este país fue sede de la Primera Conferencia Mundial sobre la Mujer, cumbre clave para movilizar los esfuerzos globales alrededor de la integración de las mujeres en todas las actividades de la sociedad en condiciones de igualdad y de la erradicación de toda forma de discriminación.

En los próximos meses, México de nuevo acapara la atención mundial con el Foro Generación Igualdad, una conversación global pública para la toma de acciones urgentes y de responsabilidad por la igualdad de género, y que busca fortalecer los movimientos de mujeres, apoyar la participación juvenil y acelerar el logro de los objetivos plasmados en la Plataforma de Acción de Pekín.

El siglo XXI debe ser el siglo de la igualdad de las mujeres. La derogación de leyes que discriminan a las mujeres y las niñas, una creciente protección contra la violencia, cerrar la brecha en la educación y tecnología digital de las niñas, y terminar con la brecha salarial de género son sólo algunas de las acciones que debemos emprender.

El tiempo es ahora. Este 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres, bajo el lema “Soy de la Generación Igualdad: por el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia”, la Organización de las Naciones Unidas en México hace un llamado a poner fin a la violencia contra las mujeres y las niñas.

 

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