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Francisco Eppens: artista suizo-mexicano, creador del escudo mexicano

Columnista invitado Global

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Por Louis-José Touron*

 

En 1968, tan sólo unos meses antes de los XIX Juegos Olímpicos en México, el entonces presidente de la República, Gustavo Díaz Ordaz, decidió que hacía falta unificar el Escudo Nacional. El emblema principal del país se debería comunicar de manera uniforme y clara. Hasta entonces existían diseños ligeramente variados, ahora se debería encontrar un diseño único para la bandera, las monedas y los documentos oficiales. Aparte, le importaba al Presidente que el águila, hasta entonces agachada, se dibujara de una manera un poco más agresiva. Encomendó al arquitecto Pedro Moctezuma Díaz Infante la tarea desafiante de encontrar un artista que pudiera ejercer esta comisión de manera competente. Se trataba de diseñar el mismo dibujo de tal manera que pudiera ser empleado en sus tres usos: a colores en la bandera, en blanco y negro para su impresión en los documentos oficiales y en bajorrelieve para las monedas y medallas mexicanas.

Díaz Infante encontró a su candidato ideal en Francisco Eppens Helguera, un artista de ascendencia suiza. Hasta el día de hoy se ha probado la solución gráfica que diseñó.

¿Pero quién es este hombre que creó un dibujo que todos vemos innumerables veces cada día? ¿Y cuáles son sus méritos, su contribución innovadora al ícono del país? ¿Cuál es el significado de su obra artística, más allá del diseño del escudo?

Francisco Eppens nace en 1913 en el seno de una familia suizo-mexicana: tanto  su abuelo, Adolfo Dietrich, como su padre, Francisco Eppens, son de origen suizo, de la ciudad de Basilea. El padre se estableció con su esposa en San Luis Potosí, donde se dedicó al comercio. Poco tiempo después del nacimiento de su hijo se enfermó de tuberculosis y falleció. En esos tiempos de la Revolución, la familia tuvo otro golpe cuando perdió todo el patrimonio económico por los pedidos financieros que le hicieron los grupos revolucionarios. La madre se trasladó con su hijo a la Ciudad de México.

Francisco trabajó desde temprano para ayudar a los gastos de la familia y tuvo que dejar a un lado su inquietud de estudiar arquitectura. Estudió pintura y escultura en la Academia de San Carlos.

 Trabajó haciendo dibujo publicitario para varias empresas entre 1929 y 1935. Desde la agencia de publicidad pasó a los estudios cinematográficos, donde se empeñaba en todo lo que se necesitara, en la escenografía, ideas, títulos, rótulos o carteles. En 1935 ingresó a los Talleres de Impresión de Estampillas y Valores (TIEV), de la Secretaría de Hacienda, donde permaneció trabajando como empleado de tiempo completo hasta 1951. En esa época diseñó una cantidad grande de timbres, cerca de 200 timbres de correo ordinario, y fiscales otros 200. Su obra gráfica, en un estilo modernista o art decó, es destacada —ya a finales de los años 30 algunos de sus diseños fueron mencionados como los mejores del mundo en el Scott’s Monthly Journal para timbres. En esa temporada frecuentaba el Rancho del Artista, un encuentro en el cual se reunían, entre otros, el Dr. Atl, Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, Jorge González Camarena, José Miguel Covarrubias y varios artistas más de la época.

En los años 40 comenzó a pintar murales y realizó una gran cantidad de obras, sobre todo en el interior de edificios institucionales, pero también en fachadas. Entre otros, diseñó un mural en la fachada de la Facultad de Medicina de la UNAM (1952), otro en el edificio del Partido Revolucionario Institucional (1963). Como muchos de sus contemporáneos del muralismo mexicano, representaba la población mexicana en su complejidad y su diversidad. Pero, en contraste, Eppens trabajaba de manera única en cuanto a composición y construcción de la obra. Eppens iba a la centralización de los temas.

La aportación de Francisco Eppens al arte mexicano inspirado por el Simbolismo: creó imágenes con valor simbólico universales que hablaron de lo esencial de la idea comunicada. Capturaba la idea central de un tema con un diseño preciso y destacado. Como resultado, su diseño del escudo nacional fue todo un éxito. En su rediseño logró plasmar claramente las ideas centrales: El cuerpo del águila ahora es erguido, con la cabeza en alto y con gran expresividad, ya no está agachada. Él fue quien introdujo por primera vez una serpiente de cascabel. El lago está representado por un glifo prehispánico, con tres caracoles y tres chalchihuites, círculos que representan el jade y la turquesa. La garra izquierda del águila se posa sobre el nopal —fiel a la leyenda de fundación de Tenochtitlán.

En una época de un mundo dividido entre oriente y occidente, o sea, entre el bloque soviético y el capitalista, el suizo-mexicano Francisco Eppens logró ser reconocido y honrado en ambas partes más allá de los frentes, lo que fue excepcional. Ganó un premio de la Unión Soviética por el diseño de un cartel en contra de la guerra nuclear. El lenguaje de sus imágenes no tomaba partido, sino que habla de una visión pacífica humana que se entiende en cualquier lugar. Creaba un buen diseño que perdura en el tiempo, como el escudo, que en 2018 cumplirá 50 años de haberse creado.

*Embajador de Suiza en México

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