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Ya no somos los mismos

Columnista invitado Comunidad

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Por Miriam Mabel Martínez

Si algo hay que agradecer a la 4T es el regreso de la política a la plaza pública. Ya era hora de que los ciudadanos asumiéramos nuestra responsabilidad —y obligación— de discutir y ejercer la gobernanza. Es saludable participar y estar informados, aprender a distinguir las fuentes fidedignas de los rumores y entender que las redes sociales son los distribuidores —que no generadores— de esta información. También nos falta asumir que la opinión es distinta a la emoción, y que las lealtades no están exentas de desacuerdos; sobre todo, que la crítica también es propuesta.

Denostar, señalar errores es parte de nuestra participación, asimismo cuestionar las acciones de nuestros servidores públicos y, sobre todo, exigir rendición de cuentas en lo individual y así como demandar a los partidos, no sólo procesos de selección de candidatos transparentes, sino  también la selección de los mejores candidatos para la ciudadanía, pero tal pareciera que los puestos públicos son “premios”. Se escoge a los que están en la fila, no a los que demuestran cualidades operativas.

Hacer política no es negociar en lo oscurito, necesitamos funcionarios capaces, conocedores de la necesidad de crear y poner en práctica políticas públicas que beneficien a la sociedad. Y es también nuestra responsabilidad señalar a aquellos que no cumplen y que aún creen que la sociedad nos conformamos con discursos retóricos. No. Tal es el caso de muchos de los aspirantes a las alcaldías en la Ciudad de México.

Los partidos, sin excepción, tienen la obligación de revisar la currícula de sus precandidatos. Los precandidatos antes de “lanzarse” deberían, no sólo por sentido común, sino por profesionalismo y ética cumplir con sus funciones vigentes. Los capitalinos estamos hartos de diputados que dejan a sus suplentes para “aspirar” a algo más grande. La función pública no es una carrera vertical, sino horizontal, su objetivo es colectivo, no individual.

No se trata sólo de un problema al interior de los partidos, sus decisiones deberían tomar en cuenta los logros no las “intenciones”, así como el cumplimiento cabal de las funciones de los cargos asumidos. Antes de presumir lo que “desean” hacer, tienen que exponer lo que hicieron bien.

¿Por qué tenemos que aceptar precandidatos como Leticia Varela, diputada de Morena por el Distrito 26, que lleva ya más de ocho años deseando encabezar las antes llamadas delegaciones? En 2012 compitió por la jefatura delegacional en Benito Juárez, entonces vivía en la colonia San José Insurgentes. Ahora desea competir por la alcaldía de Coyoacán. Pareciera que muchos escogen sus domicilios de acuerdo con sus aspiraciones políticas. Nadie prohíbe que cambien de domicilio, pero resulta sospechoso, tan sospechoso, que hoy debería parecernos una sociedad que no cuestiona.

¿Qué intereses tiene Varela? Podríamos pensar que por su currículum debería entender la relevancia de su función y de su trabajo. Su carrera en el servicio público indica que, en teoría, debió haber tenido un mejor desempeño como presidenta de la Comisión de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México, sin embargo, y pese a la importancia y responsabilidad de su cargo optó por enfocarse en acabar con el “maltrato animal”. Comparto el amor por los animales de compañía, pero entonces, por qué aceptó presidir dicha comisión.

Los ciudadanos necesitamos servidores comprometidos que antepongan sus preocupaciones por las responsabilidades que asumen. Y no porque los animales no lo merezcan, sino porque la diputada debía enfocarse en su cargo.

Después de pedir “una licencia indefinida”, el 20 de diciembre de 2019, para encabezar la Agencia de Atención Animal capitalina, regresó 21 días después, un tiempo indefinido bastante corto, ¿qué pasó? La jefa de Gobierno aseguró que su regreso a la legislatura se debió a motivos personales, mientras que Varela declaró que su misión consistía en, desde su curul, “darle dientes” a la agencia. Así que, obviando la problemática de inseguridad de la CDMX, se enfocó en la creación de la Brigada de Vigilancia Animal.

Los ciudadanos ya no somos los mismos. La política está en la plaza pública, nuestro deber es subir de nivel el debate, no queremos improvisados ni a funcionarios públicos que antepongan sus intereses al bienestar colectivo.

 

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