Logo de Excélsior                                                        

Franz Mayer

Columnista invitado Comunidad

Columnista invitado Comunidad

Luis de la Torre*

Hablar de Franz Mayer es hablar de un personaje extranjero que mostró al mundo un profundo amor al México de los siglos XVI, XVII, XVIII y XIX. Supo amarlo en su extraordinaria y rica obra manual desplegada en miles de trabajos artesanales de exquisita factura recorriendo el territorio nacional.

Nacido en Alemania, este hombre hizo su fortuna dedicado a las finanzas en Londres y Nueva York. Joven aún, dotado de una gran sensibilidad, quiso conocer México al principio del siglo XIX y quedó cautivado para el resto de sus días. Recorrió el país fascinado con los objetos que encontraba. Acumuló tal cantidad de piezas que, antes de cerrar los ojos, fundó un fideicomiso con el Banco de México para exhibir sus tesoros en un museo. Y ése sería el Museo Franz Mayer.

La buena vibra de Franz Mayer seguramente influyó para encontrar un lugar ideal para tan bella recolección: El fideicomiso se fijó en un viejo edificio colonial que había sido el primer hospital de la mujer y los desamparados. Pasó por muchas manos, como la de los Hospitalarios de San Juan de Dios y Las Hermanas de la Caridad hasta ser abandonado y convertirse en una ruina junto al templo de San Juan de Dios. Rescatarlo representó un trabajo fenomenal de restauración hasta convertirlo en el bellísimo espacio que puede disfrutar hoy el más abrumado capitalino.

La simple cafetería en el corredor del jardín, con su fuente restaurada y el verdor de sus árboles ofrece al visitante un remanso de paz y armonía tal, que predispone el ánimo para recrearse enseguida con la colección permanente del segundo piso.

Recorrer con detenimiento cada una de las salas es ir apreciando cada uno de los objetos que nos van llevando a través de siglos de creación a un México intimista, curioso, delicado, empeñado en embellecer lo cotidiano. Un pasado mucho más allá de una historia convulsiva o anecdótica.

Su colección de cerámica es una de las más importantes de México, enriquecida con la talavera poblana y las piezas chinas. La plata se encuentra con magníficos trabajos en piezas litúrgicas como cálices y custodias que nos hablan de la habilidad y devoción con que fueron hechas. El mobiliario tiene muestras asombrosas en sillería, escritores y arcones de gran artesanía que luego sorprende con una papelera exuberante.

Al terminar el recorrido no sería por demás visitar la biblioteca, en el segundo piso, flanqueada por un mural en mosaico de alta temperatura que muestra al Quijote lector observado por Rocinante. El recinto resguarda libros del siglo XV al XX y se caracteriza por una colección de más de mil ejemplares de El ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha editados desde 1605 hasta 1993.

La exhibición permanente de la obra que conserva el Franz Mayer será siempre un recreo para el espíritu y la mente. Su vista nos traerá un gran respeto por el arte virreinal y por la prodigiosa mano de nuestros artesanos, favorecidos con un don maravilloso para hacernos apreciar la belleza en lo más ordinario de nuestra cotidianidad.

 

Pintor y caricaturista*

Comparte en Redes Sociales