Logo de Excélsior                                                        

Elecciones de calidad

Columnista invitado Comunidad

Columnista invitado Comunidad

 

Por Yuri G. Beltrán

Las elecciones siguen siendo el mecanismo más efectivo para que las sociedades piensen, discutan y decidan su futuro. Por ejemplo, durante las pasadas elecciones primarias del Partido Demócrata, en Iowa, los resultados se demoraron, causando problemas de legitimidad al proceso. Durante la noche de la jornada, las autoridades intrapartidistas anunciaban que “por problemas de control de calidad” no habría resultados esa noche. ¿Cómo hacer elecciones y mecanismos de participación ciudadana de calidad íntegros?

Esa interrogante fue resuelta por Kofi Annan y un grupo de intelectuales mundialmente famosos que sugirieron medidas para producir comicios profesionales, apegados a principios democráticos universales y estándares internacionales. Entre otras, propusieron la generación de una certificación que permitiera a los organismos evaluar su grado de independencia, profesionalismo y desarrollo de competencias. La Comisión Global lo describió como un “estándar de oro” al que pudieran aspirar aquellas instituciones electorales que valoraran en forma importante su prestigio, profesionalismo y buen nombre.

Fue así como surgió la ISO/TS 54001:2019 (ISO electoral). Bajo el acuerdo de la OEA e ISO, y con el apoyo de las más prestigiadas agencias internacionales especializadas en asuntos electorales, se sistematizó un conjunto de requisitos y controles que garantizan que los organismos electorales están realizando sus servicios conforme a los más altos parámetros internacionales. Los organismos que quieran certificarse deben estar dispuestos a ser auditados anualmente por un organismo independiente, mismo que verifica que su Sistema de Gestión de Calidad esté en observancia de las mejores prácticas del ámbito comicial. Es decir, para constatar que administran elecciones y mecanismos de participación ciudadana íntegros y, por ende, confiables.

Pero, ¿qué significa cuando hablamos de comicios de calidad? No se trata únicamente de asegurar que las elecciones se administran “sin defectos de producción”. Aquello es apenas el punto de partida. Se pretende, más bien, orientar los esfuerzos organizacionales a maximizar la satisfacción de la ciudadanía, los partidos y las candidaturas a partir de la prestación de servicios apegados a los requisitos de la norma y a la mejora continua. Asimismo, se busca que los organismos electorales prevean los riesgos a los que se pueden enfrentar y, así, se anticipen, los enfrenten y mitiguen de la manera más eficaz posible. De ahí que un sistema de gestión de calidad rompe de tajo con las inercias bajo las que la burocracia se limitaba a “cumplir la ley” o a cumplir con sus “atribuciones”. En sustitución, se propone un entramado de requisitos y prácticas que garantizan que, además de cumplir con las normas legales, los organismos electorales escuchen a las y los usuarios de sus servicios, pero también a cualquiera de las partes interesadas, con la finalidad de brindar elecciones y mecanismos de participación ciudadanos íntegros.

Dado el alto grado de especialización que las instituciones electorales mexicanas han alcanzado, no es de extrañar que el país ya tenga la primera autoridad certificada en la ISO-electoral. El Instituto Electoral de la Ciudad de México es la única institución en México, y la única de carácter local en el mundo, que cuenta con el “estándar de oro” que describía Annan.

El federalismo electoral ha posibilitado instituciones electorales de vanguardia. Conviene reconocer su contribución a la democracia del país.

 

Comparte en Redes Sociales