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¿Si hacemos nuestra parte?

Citlalli Hernández

Citlalli Hernández

Nuevas narrativas

Estamos cerrando un año complicado para la población mundial. La pandemia de covid-19 rompió nuestra normalidad prácticamente durante todo 2020.

Esta situación nos reta a pensar cómo no volver a la normalidad que no nos satisface, pero fundamentalmente a construir mejores realidades, donde nos pensemos en colectivo y no de manera aislada. También hay que decirlo: esta pandemia desnudó las deficiencias de nuestros sistemas económicos, sociales, gubernamentales y de salud.

En el caso mexicano, iniciamos la pandemia entre desinformación, mitos, personas incrédulas y la exigencia por parte de un sector privilegiado que pedía que el gobierno federal llamara a quedarnos en nuestras casas antes de tiempo.

Dicha exigencia se dio con un afán de lucro político por parte de la oposición, pero también porque del otro lado del continente ya lo estaban haciendo y se creía que, al no hacerlo nosotros, se cometía un error. Fue quedando claro, con el tiempo, que la propagación del virus se dio antes en Europa que en América y que romantizar el trabajo en casa y el “encierro” sólo podían hacerlo unos cuantos, porque llamar a quedarnos en nuestras casas antes de tiempo, en un país donde el 60% de los empleos son informales, era absurdo.

Afortunadamente, la rehabilitación y fortalecimiento del sistema de salud iba en marcha desde el inicio del sexenio. Por lo que el primer reto que se planteó el gobierno de México fue el de garantizar las camas e insumos suficientes para que, en caso de necesitar hospitalización, ninguna persona contagiada se quedara sin atención médica —como lamentablemente pasó en algunas partes del mundo y por lo que se perdieron muchas vidas—. Hasta la fecha se ha cumplido: el sistema de salud no ha colapsado. Fue en el momento de mayor contagio que se hizo un llamado a quedarnos en casa para “aplanar la curva” y evitar el riesgo de que los hospitales se desbordaran de personas contagiadas.

Después de cumplir con ambos objetivos —a diferencia de algunos países—, el gobierno federal optó por la vía democrática, es decir, confiar en la ciudadanía y pedirle corresponsabilidad para salir adelante de manera conjunta, no emitir medidas restrictivas y tampoco detener la economía.

Los afanes autoritarios surgen por la concepción equívoca de que el pueblo no sabe lo que tiene que hacer y entonces hay que imponerle “por su bien”, aunque ello implique coartar su libertad. Por eso, es importante destacar que el Presidente de México ha reiterado su confianza en la ciudadanía, haciendo lo que le toca como gobernante y confiando en que la ciudadanía hará su parte. Todos los días se informa sobre el avance de contagios entidad por entidad y se estableció un sistema de semáforos (rojo, naranja y verde) para que los distintos sectores de la población cuenten con la información necesaria para el desarrollo de sus actividades y su cuidado.

Algunas entidades se encuentran actualmente en verde, pero otras, como la Ciudad de México, se encuentran en naranja con alerta al máximo: el nivel de contagios avanza fuertemente y los hospitales se están llenado; eso quiere decir que, en caso de que no volvamos a aplanar la curva de contagios, quienes no nos hemos enfermado hasta ahora estaríamos en mayor riesgo de enfrentarnos a un sistema hospitalario al límite. Pensar en que algo más debe hacer el Gobierno de la Ciudad de México, por ejemplo, sería cruzar la línea y comenzar con medidas restrictivas y autoritarias, lo cual sabemos que no pasará, por lo que la pelota no está en su cancha.

Nos toca fortalecer poniendo de nuestra parte, porque algunas personas hemos fallado y hemos sido profundamente irresponsables con nuestra libertad garantizada. No son pocos los casos que conozco de amigos, familiares o vecinos que, como si no pasara nada, realizan reuniones, fiestas o hasta viajes; y tampoco son pocos los casos de personas arrepentidas por haberlo hecho y provocar contagios masivos en su círculo cercano. El Presidente ha pedido a la ciudadanía que los próximos diez días actuemos con profunda responsabilidad: que del 14 al 24 de diciembre nos cuidemos entre todas y todos. Hagamos nuestra parte, no salgamos si no es necesario y, al hacerlo, tomemos con seriedad las medidas: uso de cubrebocas, lavado de manos constante y, sobre todo, sana distancia.

Los gobiernos locales, el gobierno federal y el personal de salud han destinado toda su atención al combate de la pandemia; hay apoyos económicos, la vacuna llega el próximo año y no ha colapsado la atención hospitalaria. Nos toca poner de nuestra parte: es mejor tardar en ver a nuestros seres queridos que dejar de verlos para siempre.

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