Radicales e imprescindibles

Hay quienes deciden ceder y ser parte del sistema.

Soy de las mujeres que piensan que la indefinición ideológica en la política satisface la tranquilidad del statu quo y de las élites.

En la arena política solemos encontrar liberales y conservadores, personas de derecha y de izquierda, y entre la práctica política, a radicales y moderados.

Aunque no es el tema en el que me ocuparé ahora, pienso que nuestra concepción ideológica es nuestra postura ante la realidad, sus problemáticas y ante la vida misma, por eso, no asumir una postura ideológica es como negarse a tener un enfoque nítido y claro sobre el entorno.

Sin duda, hay extremismos en las posturas ideológicas y en las creencias, extremos que rayan en el fundamentalismo, el dogma o la ortodoxia, ese que provoca que cuando una postura teórica sea inamovible, a pesar de ser rebasada por la realidad misma, termine por convertirse en acción estéril o funesta.

Por otro lado, está la radicalidad, para algunas personas, quienes se apasionan debido a sus convicciones, quienes se aferran a sus ideales, quienes defienden sus posturas, quienes no ceden ni dejan sus principios en el camino por conveniencia o pragmatismo, son radicales.

Para algunas otras, ser radical es sinónimo de heroísmo y para los menos apasionados es una posición peligrosa de la que hay que alejarse; los primeros le dan una connotación de lucha y acción revolucionaria, mientras que para los segundos, es intransigencia, violencia y cerrazón.

La manera en la que piensa y milita cada persona no puede ni debe ser juzgada con superioridad intelectual, moral o conductual. La manera en que hacemos política y la huella que vamos dejando forma nuestra trayectoria y, en esto, al final, el juicio que vale es el del pueblo y el de la historia.

El poeta alemán Bertolt Brecht decía que hay personas que luchan un día y son buenas, otras que luchan un año y son mejores, que hay quienes luchan muchos años y son muy buenas, pero que hay quienes luchan toda la vida y esas personas son las imprescindibles.

Para mí, ésta es la vocación más representativa de la militancia radical de izquierda, que le dota de sentido y congruencia necesaria para revolucionar. No es tomar un puño para romperlo todo –material o simbólicamente–, sino tomar aliento y determinación para luchar hasta el final de lo posible, pues la radicalidad no congenia con la inmediatez ni con el simple deseo de combatir de raíz lo que no nos gusta.

Cuando tienes ideales políticos de transformación, justicia e igualdad y decides tomar acción contra un sistema que oprime y excluye, el transcurrir del tiempo permite que te des cuenta que conforme avanza la lucha contra todo un sistema, la tarea es difícil, que amerita la suma de muchas voluntades y una revolución de conciencias profunda; una persona radical asume con paciencia, pero con entrega diaria luchar por sus ideales toda su vida, no importa si en el camino los planes se complican o si intentan detenerte, no importa si el sistema parece invencible, no hay nada más fuerte que las convicciones, ideales y principios como motor para avanzar.

Yo veo en el movimiento de transformación en México, en Andrés Manuel López Obrador y en sus compañeras y compañeros que le acompañamos, una posición firme y radical ante las élites que han dañado la nación, ante el sistema de corrupción y privilegios; ello, a nadie debería de asustar ni significar incapacidad de diálogo o acuerdos por el bien común; por supuesto, en ese amplio movimiento también hay aliados que acompañan con moderación algunas batallas y que no querrán llegar al final del camino.

Hay quienes deciden ceder ante el sistema y ser parte del mismo, hay quienes deciden sacarle provecho al sistema y colocarse en el vaivén de subsistir “confrontándole” sin radicalismo para obtener beneficio, y se comportan de manera pendular, pero también hay quienes toman la decisión de no renunciar a sus ideales y principios por más derrotas que victorias acumuladas, por más difícil que sea la batalla y por más aceitado que esté el sistema; esos radicales, esas personas, son las imprescindibles para transformar.

Temas: