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Por el derecho a la información

Citlalli Hernández

Citlalli Hernández

Nuevas narrativas

Cuando hay cambios profundos en la sociedad y la vida política de un país, muchas ironías comienzan a notarse: además de que se permutan los roles entre quienes eran oposición y pasaron a ser gobierno y viceversa, también es evidente el cambio de postura y la incongruencia de quienes han vivido del sistema convirtiéndose en voces influyentes, pero ante la pérdida de sus privilegios, cambian.

Tras la llegada de la Cuarta Transformación en México, abundan los comunicadores que por primera vez se atreven a criticar a un presidente, pues no sólo no lo hacían en las décadas gobernadas por el PRIAN, sino que, además era uso y costumbre en la mayoría de las empresas mediáticas callar, priorizar contratos con el gobierno y justificar sus errores. Eran unas cuantas —y honrosas— excepciones quienes siempre levantaron la voz e informaron al pueblo de México.

Criticar y cuestionar al poder es sano para la vida democrática de un país; hacerlo a la ligera, sin argumentos y en representación de un grupo de interés, difundir noticias falsas y e intentar manipular la realidad, la pone en riesgo. Actualmente, la ciudadanía está más politizada que antes y por eso exige cada día mayor calidad en la información.

El despertar de conciencias que vive México provocará una férrea defensa de la democracia, para que nunca más volvamos a los tiempos de los cómplices silenciosos y la pleitesía presidencial en voz de los socios mediáticos. La ciudadanía ha descubierto quiénes le traicionan en nombre de la democracia, el periodismo o la imparcialidad cambiando de postura y engañando según su conveniencia.

En estos dos años de transformación ya sabemos quiénes son aquellos que ahora alzan la voz sin argumentos, pero ante la corrupción y la barbarie, guardaron silencio. Cuando una sociedad se interesa cada vez más en la cosa pública, demanda que se respete su derecho a la información, pues sabe que el abuso del poder y la concentración de éste en unos cuántos se ha alimentado del silencio y la desinformación.

Eso también lo sabe Andrés Manuel López Obrador, por eso con absoluta transparencia, cada mañana informa a la ciudadanía sobre las decisiones que toma y genera un diálogo circular con medios y adversarios políticos. La oposición a la transformación también lo sabe, por eso les molesta que el pueblo se informe y buscan a través de los resquicios del viejo régimen, censurar dicho espacio matutino.

Lorenzo Córdova, presidente del Instituto Nacional Electoral, anunció que en los próximos días se discutirá la posibilidad de suspender la transmisión de las mañaneras debido a que en abril inician las campañas electorales. Su argumento es que dicho espacio es propaganda gubernamental, sin embargo, una se pregunta bajo qué criterios determina eso el INE y si su actuación es tendenciosa, pues si dicha contundencia y firmeza la hubiesen tenido en otros momentos de nuestra democracia, probablemente creeríamos que sus razones son legítimas.

Quienes piden que se silencie la mañanera son los mismos que guardaron silencio ante el fraude electoral de 2006; el mismo INE que tardó 6 años en sancionar al PRI por la compra de votos a través de las tarjetas Monex y que no detuvo la entrega de televisores por parte del gobierno en turno en pleno proceso electoral de 2015.

¿Los consejeros del INE han pensado que de suspender la mañanera estarían violentando el derecho a la información de millones de personas? No les interesa lo que dice López Obrador, sino la cantidad de gente que le escucha y confía en él, porque no habíamos tenido hasta ahora un mandatario con tanta legitimidad y respaldo social.

Si el Presidente no fuera popular y sus mañaneras no fueran fuente de información para millones de personas, ¿el INE prestaría atención? Si Peña, Fox o Calderón hubiesen tenido la capacidad de llevar una conferencia cada mañana, ¿habría sido motivo de preocupación lo que dijeran durante las campañas electorales? Y si la oposición dice que ya nadie cree en la 4T, ¿por qué les preocupa que el Presidente hable? Las mañaneras no son un espacio de propaganda gubernamental, son un espacio de rendición de cuentas y diálogo abierto con la ciudadanía.

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