Honduras, otra esperanza regional

Xiomara Castro será la primera presidenta de este país.

Hoy Xiomara Castro tomó protesta como presidenta de Honduras. Después de 66 años de que las mujeres hondureñas conquistaran el sufragio femenino, será la primera presidenta mujer en Honduras, la persona más votada y, quién, además, pondrá fin a 12 años de gobierno conservador acusado de corrupción y narcotráfico.

A pesar de las diferencias históricas en países de América Latina y el Caribe, hay similitudes con México, por ejemplo, el intento de constitución de una democracia después de las luchas de independencia de España y la aspiración por alcanzar naciones libres, soberanas e igualitarias.

Sin embargo, hay países donde en nuestras incipientes democracias, concretar algunos básicos del poder del pueblo, ha llevado más tiempo. En el caso de Honduras, la inestabilidad política ha sido una constante, tras instaurar su primer gobierno democrático (1824), se acumuló una serie de golpes de Estado y dictaduras; desde entonces, tan sólo ha habido cerca de 14 presidentes que concluyeron su mandato.

En 2009, el mundo presenció un golpe de Estado militar orquestado a Manuel Zelaya, quien buscaba instalar una Asamblea Constituyente en su país y había decidido alejarse de una relación subordinada con Estados Unidos, sumándose a la ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América), lo que al parecer le costó que militares irrumpieran de noche en su casa y lo enviaran a Costa Rica. A partir de entonces se instauró un gobierno conservador que cometió diversas violaciones de derechos humanos contra opositores y activistas como Bertha Cáceres.

Tras el golpe, quien hasta entonces era conocida por ser la primera dama, Xiomara Castro, encabezó una marcha para exigir la restitución de su esposo en el cargo que le había conferido el pueblo y se convirtió en una figura de trascendencia política, sobresaliente en un contexto donde tradicionalmente quienes han figurado son hombres. En 2011, Manuel Zelaya regresó a su país para fundar el Partido Libertad y Refundación, partido con el cual, en 2013 Xiomara participó como candidata presidencial, compitiendo contra el hoy mandatario saliente, Juan Orlando Hernández, quien buscaba un tercer mandato. Sin embargo, en esta ocasión, el pueblo se impuso.

En Honduras hay esperanza, el proyecto de izquierda triunfó en las urnas; como todo gobierno acompañado de grandes expectativas, se enfrentará a muchos retos. Estamos hablando de un país con una migración desbordada debido a la falta de oportunidades, a la violencia y a la criminalidad política. Pero, además de la alegría del pueblo hondureño, pensar de manera regional nos permite celebrar este triunfo por lo que representa: la reivindicación de las mujeres en el quehacer político y de los proyectos de gobierno populares.

Xiomara Castro es de izquierda, abiertamente feminista y sus posturas respecto a temas “controvertidos” como el derecho de las mujeres a decidir, o sus críticas hacia el papel intervencionista de Estados Unidos en la región, han sido sin medias tintas. En un momento donde en el continente son varios los triunfos de las izquierdas, afirmar que contará con la solidaridad y cooperación internacional no es deseo, sino una realidad.

En el caso de nuestro país, tenemos un gobierno que ha decidido voltear al sur. El presidente Andrés Manuel López Obrador anunció que visitará Centroamérica y seguramente insistirá en fortalecer el Plan de Desarrollo Integral para Centroamérica que busca que gobiernos de dichos países inviertan económicamente en la región para combatir de raíz la migración y la pobreza.

El hecho de que los pueblos del mundo estén optando por gobiernos de izquierda, entre otras cosas, se debe al fracaso del modelo neoliberal y al desgaste de los regímenes subordinados a intereses hegemónicos de grandes potencias. El escenario geopolítico se mira interesante, pues, además, en el triunfo de gobiernos alternativos, no es casual el papel de las mujeres, pues es parte del cambio que buscamos: se lucha contra un sistema conservador, colonial, racista, patriarcal y excluyente, para transitar a sociedades más justas, plurales y diversas.

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