Logo de Excélsior                                                        

¡Fuera máscaras!

Citlalli Hernández

Citlalli Hernández

Nuevas narrativas

En ánimos de dignificar el quehacer político, la honestidad siempre se valora. En el viejo régimen mexicano, las caretas y falsos discursos —llenos de intenciones escondidas— han sido una constante. Por eso, en estos tiempos donde se están descarando los representantes de la vieja política —ahora tan evidente con la reunión del líder del partido fascista Vox de España y los senadores del PAN—, vale la pena ubicar el origen y trayectoria de cada partido, pero sobre todo desenmarañar sus trampas para no caer en ellas.

Durante décadas el PRI y el PAN decían que eran diferentes; se “peleaban” entre ellos, aunque en realidad siempre se ponían de acuerdo y pactaban en lo oscurito. Tanto lograron mantener la farsa que, tras el hartazgo ciudadano de 70 años de gobiernos del PRI, hubo gente de buena fe que en su momento creyó y en el 2000 llevaron con esperanza a Vicente Fox a la Presidencia de la República —aunque no tardó en notarse que era mera continuidad e impunidad—.

Después del deterioro del PRD y su traición al pueblo, los intereses creados, la élite política y económica, es decir, quienes se creían dueños de nuestro país, pensaron que estaban dadas las condiciones para fortalecer la farsa democrática de tener tres partidos diferentes sirviendo a un mismo proyecto (de negocios). Uno, supuestamente de centro, otro de derecha y uno, supuestamente de izquierda.

Por eso en 2012 Peña Nieto convocó sin problema a líderes y legisladores de los tres partidos para firmar el llamado Pacto por México, que contenía preceptos y reformas neoliberales, provocando mayor desigualdad, disminuyendo derechos conquistados y antesala de la privatización de la educación y la salud. Para su mala suerte, con un gran despertar de conciencias, en 2018 el pueblo mexicano conquistó un nuevo gobierno, una verdadera alternancia y un proyecto alternativo de nación. Entendible, entonces por qué les molesta tanto la existencia de Morena, estorbamos en su farsa democrática al sí querer transformar; López Obrador no sirve a esos intereses ni pacta con ellos, al contrario, está democratizando el país y en la toma de decisiones vemos personas que no vienen de las élites.

A 3 años de un nuevo gobierno hay crisis en la partidocracia: el PRI vive su peor momento, hay contradicciones entre panistas que guardan la forma, se colocan en lo “políticamente correcto” y quienes asumen con libertad y congruencia la manera en que en realidad piensan; en esta crisis de la partidocracia, ya ni hablemos del estado del PRD.

Después de dichas derrotas, su objetivo es sobrevivir como partidos para volver a vivir de la política, incluso si eso implica quitarse todas sus máscaras. En la pasada elección tuvieron que salir del divorcio arreglado con el que fingieron durante años, de lo contrario, seguirían perdiendo más posiciones por separado; su alianza es más visible, el PRIANRD existe y representan la política del poder por el poder, de hacer negocios a costa de la ciudadanía y su dinero. Después de tres años de ser oposición es más evidente la manera en la que operan: con el engaño, miedo, desinformación, mentira, exclusión y odio a lo diferente; no son un proyecto político con propuestas o visión para mejorar la vida de las personas, su táctica ha sido atacar cada acto, cada dicho y acción de gobierno de López Obrador y construir una narrativa que genere adeptos por combatir un supuesto enemigo interno: el dictador comunista que nos llevará a la crisis —¡claro! ¡porque después de 80 años de sus gobiernos México era un paraíso que en 3 años el gobierno de López Obrador ha eliminado—.

Son lo mismo, son conservadores, antidemócratas y peligrosos. Son conservadores porque no quieren cambiar nada, quieren vivir de la política, que la ciudadanía esté engañada, alejada de la toma de decisiones para que regrese a manos de unos cuantos; son antidemócratas porque, con tanta careta caída, también ya vimos que no les gustan ni las consultas ciudadanas ni que el pueblo ponga y quite, les molesta que la ciudadanía se empodere porque ahí es donde se encuentra su estocada de muerte, y son peligrosos porque su ideología es la del odio y no tienen escrúpulos.

Comparte en Redes Sociales

Más de Citlalli Hernández