Diga no a la política chatarra
El loable objetivo de fortalecer las democracias y acabar con el desencanto en la política, es fundamental. Cada que la ciudadanía se aleja de la política, se fortalecen las cúpulas y el grupo de personas que desea asumir el control de un país. No importa cuál sea el ...
El loable objetivo de fortalecer las democracias y acabar con el desencanto en la política, es fundamental. Cada que la ciudadanía se aleja de la política, se fortalecen las cúpulas y el grupo de personas que desea asumir el control de un país. No importa cuál sea el número de ciudadanos y ciudadanas al pendiente de la toma de decisiones, éstas últimas constantemente se han tomado y se tomarán en contra de las mayorías. Por eso, aunque se viva en un sistema democrático, si las personas no participan y no se vuelven más exigentes con sus representantes, lo que no nos gusta nunca cambiará. Por cierto, ahora que está de moda hablar de contrapesos, me atrevo a afirmar que el verdadero contrapeso en cualquier democracia es un pueblo informado, exigente y activo, que esté al pendiente de lo que acontece en la vida pública de su nación.
La distancia entre ciudadanía y toma de decisiones ha aumentado porque se piensa que la política es un asunto de políticos o que toda persona que se involucra tiene malas intenciones o es corrupta; a veces en la apatía producida, como el conocimiento de la historia, se piensa que es“aburrida”.
Es un reto serio innovar y renovar la política, para que la ciudadanía aminore la distancia entre las decisiones públicas y su vida cotidiana. Después del gran desencanto que en todo el mundo los políticos tradicionales han provocado, toca actuar, entre otras cosas, con creatividad, sin embargo, hay quienes han cruzado la línea y confunden la frescura con espectáculo; rayan en el absurdo y en lo ridículo.
En México, poco se ha hablado de ello, pero hay una nueva generación política que tiene el reto de refrescar y plantear nuevos códigos en el quehacer político. Desde mi óptica, urge reivindicar la política, dejar claro que para muchas personas, cada vez más, es una herramienta para transformar realidades. En ese reto generacional están muchas personas, tratando de hacer política y campañas distintas, pero también hay quienes simulan hacerlo.
En la vieja práctica política, el centro de todo está en el dinero: el que se utiliza en campaña y los compromisos que se adquieren para ello, la llegada al poder para hacer negocios entre socios, amigos o hasta familiares y, luego, brincar al siguiente cargo para seguir teniendo privilegios y más oportunidad de negocio.
En la nueva visión política —que debe volverse costumbre—, el compromiso constante es con la gente, donde ni el privilegio ni el beneficio económico es motivación para hacer política, por eso hablamos de separar el poder político del poder económico.
En la farsa del refresh político se nos vende a una persona con el mismo estilo de la publicidad de un producto chatarra. Aunque la encontramos en varios partidos políticos, es muy notable en los “nuevos rostros” de la política que Movimiento Ciudadano intenta ofrecerle al electorado que, como todo producto “milagro”, no es lo que se oferta.
Se trata de personas que tomarán decisiones, por eso es muy peligroso caer en el engaño y no conocer su visión de gobierno o propuestas. El caso más emblemático es Samuel García y Eliseo Fernández, candidatos a las gubernaturas de Nuevo León y Campeche. Ambos tienen serias acusaciones de lavado de dinero, de utilizar factureras y empresas fantasmas para financiar sus campañas, ambos son conservadores aunque su imagen sea “llamativa” para el progresismo. Ambos están banalizando la política y reduciendo la promoción del voto a una difusión hueca en redes sociales.
En este nuevo momento democrático, no debemos permitir que la política se banalice, no votar por alguien por que “caiga bien”, sea “chistoso”, “polémico” o “famoso en redes”. Necesitamos tomadores y tomadoras de decisiones con idea, con proyecto, con propuestas, con calada honestidad; tomar decisiones informadas con base en propuestas y no con base en la envoltura que nos venden.
