Violencia que rompe anhelos
Aun en ciudades de Suecia, Reino Unido, Francia, Bélgica y Holanda, la expansión de redes de narcotráfico urbano y pandillas juveniles afecta a escuelas situadas en barrios vulnerables. Se registran casos de uso de estudiantes como correos de droga, presencia de armas blancas en las inmediaciones escolares y enfrentamientos entre grupos rivales.
Mal de muchos, consuelo… La mayoría de los países del mundo, en especial en Europa, plantean el asunto de la violencia escolar con postulados de los derechos de la infancia, priorizan la prevención, la mediación y la reparación. Son comunes programas nacionales de convivencia escolar, protocolos antibullying y sistemas de alerta temprana. Países como Finlandia, Noruega y el Reino Unido desarrollaron modelos de intervención ampliamente estudiados. Pero no están a salvo. Le solicité a ChatGPT que buscara para esta nota ejemplos de los efectos de la violencia externa en las escuelas. Me proporcionó dos (resumo por cuestiones de espacio).
Uno, influencia del crimen organizado en escuelas del sur de Italia. En regiones como Campania, Calabria y Sicilia, organizaciones criminales (Camorra, ’Ndrangheta, Cosa Nostra) influyen en las escuelas. Esto se manifiesta en reclutamiento temprano de adolescentes, intimidación a estudiantes y docentes, normalización de la violencia y abandono escolar. Las escuelas operan en entornos donde la violencia es parte de la vida cotidiana, lo que limita su capacidad de producir aprendizajes en los alumnos y de socialización democrática.
Dos, violencia asociada al narcotráfico y pandillas en zonas urbanas. Aun en ciudades de Suecia, Reino Unido, Francia, Bélgica y Holanda, la expansión de redes de narcotráfico urbano y pandillas juveniles afecta a escuelas situadas en barrios vulnerables. Se registran casos de uso de estudiantes como correos de droga, presencia de armas blancas en las inmediaciones escolares y enfrentamientos entre grupos rivales que obligan al cierre temporal de centros o a reforzar la seguridad.
En México abundan las noticias, malas por supuesto, de que los cárteles reclutan a jóvenes para convertirlos en sicarios y de las grescas entre pandillas que afectan la vida escolar. Incluso, en Sinaloa, obligan a reubicar a alumnos y docentes. En muchos municipios de ese estado el fin del ciclo escolar fue de forma virtual, por la violencia circundante, que infunde terror en la vida escolar cotidiana.
El extremo. Informa Jesús Bustamante, corresponsal de Excélsior en Culiacán: la noche del 17 de noviembre, el Colegio Azteca, de una colonia de la capital del estado, fue atacado por un grupo armado; los criminales estrellaron un vehículo contra la fachada y luego lo incendiaron. Ante esa situación, la dirección del plantel informó a los padres de familia que el lunes 15 de diciembre sería su último día de clases y sus instalaciones permanecerían abiertas hasta el 17 para entregarles sus documentos. Tras más de 20 años de existencia, el Colegio Azteca anunció el cierre permanente de sus funciones, luego del ataque sufrido. El miedo provocó el éxodo de alumnos.
No sólo la violencia criminal infunde terror. Martina Putruele, en un reportaje de El Clarín, de Buenos Aires, resume el informe de John Rogers, Joseph Kahne y el equipo de The Democracy and Education de la Universidad de California en Los Ángeles: The Fear is Everywhere (El miedo está dondequiera) revela que el pánico derivado de las políticas de inmigración del segundo gobierno de Donald Trump se convirtió en un factor determinante en la experiencia escolar de millones de estudiantes.
En resumen, “Directores de todo el país describen un clima de ansiedad, ausentismo creciente, acoso dentro de las aulas y un desafío sin precedentes para cumplir con la misión fundamental de la educación pública”.
Sí, en Europa, Estados Unidos y en casi todos los países del mundo, incluido México, la legislación y la política educativa destacan el papel de la escuela en el desarrollo de capacidades socioemocionales, educación para la ciudadanía democrática y resolución pacífica de conflictos. Ven al sistema escolar como un espacio de prevención de la violencia. Eso es en el plano normativo y tal vez tenga ciertos efectos para reducir la violencia dentro de las escuelas.
No obstante, docentes, alumnos y padres de familia no pueden frenar la violencia criminal. Garantizar la seguridad de los ciudadanos es una tarea del Estado. No es consuelo saber que los anhelos de paz y convivencia pacífica están rotos en todo el mundo.
