Ego navideño
No pude cumplir con mi propósito de concluir un libro sobre las vicisitudes del sistema escolar en el primer gobierno de la Cuatroté, pero no dejé de producir. Por invitación de colegas, que preparan antologías sobre la política educativa en varias partes del mundo, produje cuatro ensayos en inglés que se publicarán en 2025.
No soy creyente, pero sí respetuoso de quienes lo son. El tiempo navideño se presta no sólo para la pachanga, también para la introspección. Contrario a la tradición de resumir lo trascendente en la política educativa en el último artículo del año, hoy voy a plantar notas personales y un resumen de lo hecho durante mi año sabático en la Universidad Autónoma Metropolitana, mi Casa Abierta al Tiempo. Oportunidad para guardar la memoria, pero de igual forma un masaje al ego.
Mi esposa, Ana Rosario, y yo nos mudamos a Durango, a unos cuantos kilómetros de donde empieza la Sierra Madre. Decidimos pasar los años de retiro en la tierra que nos vio nacer. A pesar del cambio climático, la meteorología no es de extremos. Sí, hace más frío en tiempo de heladas y más calor durante la canícula que en la Ciudad de México, pero nada inmanejable. Tenemos un cielo azul esplendoroso, sin mucha contaminación y atardeceres de ensueño, cuando el Sol se retira a descansar más allá de la sierra. La temporada de lluvias es breve y no suelta mucha agua; aquí, muy poca gente tiene paraguas. Además, con todo y que la ciudad no es tan pequeña, el tiempo rinde mucho más.
No pude cumplir con mi propósito de concluir un libro sobre las vicisitudes del sistema escolar en el primer gobierno de la Cuatroté, pero no dejé de producir. Por invitación de colegas, que preparan antologías sobre la política educativa en varias partes del mundo, produje cuatro ensayos en inglés que se publicarán en 2025. Otros tres aparecieron en este año que fenece. Uno en el Fourth International Handbook of Globalisation, Education and Policy Research y otro, que escribimos al alimón mi colega Zaira Navarrete y yo, en la Annual Review of Comparative and International Education.
El otro fue especial, un ejercicio algo autocomplaciente, pero no mucho. Stephen Heyneman, el editor en jefe del International Journal of Educational Development, me invitó a escribir una pieza autobiográfica donde describiera cómo ingresé al campo de la educación comparada y hablara de mi trabajo. Stephen compiló dos volúmenes en la revista sobre lo que denominó Education Warriors (guerrero de la educación). Al comienzo, dudé en aparecer en una colección al lado de colegas con carreras impresionantes, pero su insistencia cosquilleó mi ego y me apliqué, aunque no me circunscribí a las preguntas.
Enhebré notas sobre mis orígenes en Durango y mi papel en los movimientos estudiantiles y populares de 1966 y 1970, también de mi breve trayectoria en el servicio público, como asesor de tres secretarios de Educación Pública. Me apoyé en ideas de la joven colega Julia Galef y titulé mi artículo Soldier and Explorer. No rebasé el límite de cinco mil palabras. Fue una introversión en mi pasado y mi persona. Se combinaron la nostalgia y la melancolía, mas me cuidé de no dejarme llevar por rencores del pasado. Tal vez en el futuro regrese a esta idea y la ponga en español, no tan sucinta.
Un artículo en español arribó en la compilación de Gilberto Guevara Niebla y José Navarro Zendejas, Al borde del abismo: actualidad y perspectiva de la educación básica. También publiqué dos reseñas de libros, una en inglés, la otra en español. Presenté una ponencia en la conferencia anual de la Comparative and International Education Society, dicté varias conferencias en universidades y escuelas normales (la mayoría en línea). Y, la joya de la que me enorgullezco y muestra mi tesón (la cualidad del soldado), 53 artículos en éste, nuestro Excélsior.
La vida cambia, el retiro da tiempo para pensar con más cuidado y tomar con más calma el café con los amigos. Pero también demanda arrestos para abandonar rutinas. No siento añoranza por dejar de vivir en la Ciudad de México, pero sí por no vivir la Universidad. Me encanta impartir clases, me fascina orientar a estudiantes en sus proyectos y dialogar con los colegas sobre asuntos que nos atañen. Eso se acabará muy pronto. Tendré que poner en juego la mentalidad del explorador.
Queridas lectoras, estimados lectores, con todo y los ventarrones que anuncia la tormenta Trump, les deseo felices fiestas y buenas lecturas. También —y con toda el alma— bienaventuranza en 2025.
