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El TLCAN y las elecciones

Carlos Elizondo Mayer-Serra

Carlos Elizondo Mayer-Serra

Contrapunto

El anuncio de este lunes respecto al acuerdo comercial con México se inscribe en una lógica electoral de corto plazo. Así es Trump. Por ejemplo, su pleito con Turquía por la libertad de un pastor evangelista encarcelado en ese país está poniendo en riesgo una histórica alianza que le ha dado estabilidad a esa región. El voto evangelista es parte central de su coalición electoral. Las implicaciones de mediano plazo de este conflicto con Turquía no le importan.

La realidad suele imponerse. Por ello, Trump no pudo cancelar el TLCAN como prometió en la campaña. Sin embargo, su estrategia de amenazas funcionó lo suficiente como para aprovechar la necesidad política del presidente saliente, Peña Nieto, de cerrar la renegociación y, sobre todo, la del entrante, AMLO, de querer iniciar su mandato sin la carga de la renegociación. Le ha impuesto a México un tratado con una lógica de control casi soviético en el sector que más le importa electoralmente: el automotriz. Al trabajador de esta industria, tradicionalmente demócrata, está dedicada esta renegociación.

Trump cedió sólo en uno de los puntos centrales de su propuesta inicial: una cláusula de terminación automática del tratado a los cinco años. Se acordó una vigencia de 16 años. A los 6 se evaluará si se le dan otros 16 años de vida. En 6 años, Trump ya no estará en la Presidencia, aunque se reeligiera.

El del lunes fue sólo un anuncio de un acuerdo del que aún no sabemos muchos detalles y le faltan varios obstáculos por vencer para llegar a feliz término. El sello de Trump es siempre sobrevender sus éxitos, desde sus torres doradas hasta su reunión con el líder norcoreano Kim Jong-un, tras la cual dijo: “Todo el mundo puede sentirse ahora mucho más seguro que el día que asumí el cargo”.

Mentir nunca ha sido un problema para Trump. Le importa el mensaje. El poder decir que Estados Unidos no tendrá ya un TLCAN, sino un hermoso acuerdo bilateral con México.

Hay un detalle: Trump no tiene autorización de su Congreso para eso. Sin Canadá, se requiere pasar este acuerdo por el Senado con una mayoría del 60% de los votos que los republicanos no tienen.

México ha mantenido informado a Canadá de lo avanzado. Pero el reciente amor de Trump por AMLO no se extiende a Trudeau, el primer ministro de Canadá. Por más esfuerzo que éste hizo para ser amigo de Trump, no le ha funcionado. A éste hay que darle triunfos que alimenten su base electoral.

Peña Nieto se los puede dar porque nuestra elección ya pasó. La preocupación central de nuestro Presidente es salir en buenos términos con AMLO. Éste ya bendijo lo negociado. En sus palabras: “El TLCAN 2.0 respeta la soberanía nacional”.

Trudeau se encuentra en una incómoda posición. La dilución de la cláusula de solución de controversias, acordada este lunes por México y Estados Unidos, le es electoralmente tóxica. Fue el objetivo más importante en la firma del acuerdo bilateral de libre comercio con Estados Unidos del año 1988.

Trudeau enfrenta un problema aún más espinoso. El único sector en el que no hay libre comercio entre los tres países es el de los lácteos, donde Canadá impone aranceles del 270 por ciento. Para Trump, estos aranceles han sido la muestra de la injusticia del tratado. Como con México no hay sector protegido, no tuvo una queja similar con nosotros. Esta protección es muy importante para Quebec, y esta provincia es crucial para que Trudeau pueda reelegirse. Por el otro lado, la amenaza de ser sancionado con aranceles del 25% a las exportaciones de sus autos y autopartes (misma que ya no pende sobre México por el acuerdo del lunes a los niveles de producción actual) lo deja en una posición muy incómoda.

Cruel ironía, Canadá, que pensó dejarnos solos con el problema de Trump cuando éste llegó a la Presidencia, ahora debe decidir si sumarse o no a los términos de lo negociado el lunes entre Estados Unidos y México. Trudeau, en una lógica de corto plazo, deberá valorar qué le cuesta más votos: aceptar o rechazar el acuerdo. No todos los políticos, sin embargo, velan exclusivamente por el corto plazo. Deberá también poner en la ecuación qué es menos costoso para el futuro de su país.

Me imagino que terminará por sumarse al acuerdo anunciado el lunes, con algunos cambios. De ser así, faltará ver qué dice el Congreso de Estados Unidos. Se espera que lo apruebe después de la elección legislativa de noviembre, pero antes de que tomen posesión los nuevos legisladores. La incertidumbre no ha terminado.

 

Profesor de la Escuela de Gobierno del Tecnológico de Monterrey

Twitter: @carloselizondom

 

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