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Para salir de la crisis

Armando Salinas Torre

Armando Salinas Torre

El Estado completo debe dirigir sus esfuerzos para facilitar a la sociedad lo que sabe hacer.

Más allá de la pandemia, los problemas económicos, la inseguridad, estamos nuevamente en una crisis de esperanza, desorientación y desamparo.

Hace falta que las instituciones públicas generen confianza a partir de servir al ciudadano; no de una falsa o exceso de confianza a partir de ingenuidades. Se trata de dar confianza a todos, seguidores y adversarios.

Hacer que la sociedad sienta que el Estado es sensible a los problemas que está enfrentando el personal de los hospitales, así como de quienes ven vacíos sus negocios y que la gente no sale a comprar y adquirir sus productos comerciales o emplear los servicios que proporcionan.

Son de sobra conocidos los informes que tres de cada cuatro empleos en nuestro país son proporcionados por pequeñas y medianas empresas.

Es impostergable un plan nacional de emergencia nacional que proporcione todas las facilidades posibles a este sector comercial que genera empleos, para que el país pueda salir adelante y, así, enfrentar la crisis que padecemos.

Además de postergar toda la serie de obligaciones formales que poco o nada contribuyen en forma inmediata a enfrentar la crisis, tales como rendir las declaraciones fiscales o las declaraciones patrimoniales o de conflictos de intereses, las supervisiones administrativas inútiles sólo sirven para extorsionar, así como realizar auditorías fiscales a las pequeñas y medianas empresas sólo con fines de presionar a ciertos sectores políticos económicos adversos.

Los habitantes de este país necesitamos generar esperanza en el futuro, y esa esperanza no se alimenta con división y confrontación.

Debemos dejar atrás la idea de someter a todos los enemigos políticos del país, de controlar a las organizaciones sindicales y patronales. Ahora es tiempo de conciliar, motivar, incentivar a la iniciativa privada, a las organizaciones sindicales, patronales, sociales, para que, unidos, enfrentemos y salgamos adelante de la crisis.

Pero esa convocatoria no podrá realizarse desde la imposición, el chantaje, la venganza y la arrogancia. Mientras menos se entienda que son tiempos de conciliar y llamar a la unidad, dejando de lado todas las posiciones irreconciliables, cada día perderemos muchísimo más de lo que ya perdíamos antes de comenzar la crisis.

Es imposible que continuemos con discusiones estériles e inútiles denigrando a un segmento de la población, estigmatizándolos como conservadores, fifís o cualquier otro calificativo.

Se necesita facilitar a las empresas que inviertan en la construcción de los ventiladores que requieren los hospitales, que podrían desarrollar nuestros científicos con el apoyo de las instituciones involucradas, ya sea la Cofepris, la Secretaría de Economía o la que deba intervenir, o para adquirir los medicamentos que se necesitan para atenuar los efectos del contagio del COVID-19.

Más que “transformar” el país, requerimos salvarlo. Ya no se trata de quién o quiénes son los culpables del pasado y del presente. Se requiere mirar al futuro y para arribar al futuro se necesita de todo el país. No sólo del grupo que le permitió ganar la Presidencia de la República.

Cada día que pasa se incrementan los problemas porque se postergan decisiones difíciles que, sin duda, tienen que ver con arriesgar el capital político y de conciliar a todo el país, incluyendo a los que considera adversarios.

Para salvar el país se requiere que se haga uso del capital político y credibilidad que le resta; si no, ¿entonces para qué sirve? ¿Para vender billetes de lotería? ¿Para liberar a unos cuantos ingenuos traficantes de droga de la cárcel? ¿Para nombrar a sus incondicionales en los cargos más importantes del país?

Nuestro país quiere y le urge la unidad nacional. Para ello se requiere de la participación de todos, conservadores, transformadores, fifís, chairos, el pueblo, los empresarios, los trabajadores, todos hacemos falta en este momento, nadie sobra.

 

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