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Omisiones y distracciones a la crisis

Armando Salinas Torre

Armando Salinas Torre

                Mi solidaridad y apoyo a la comunidad libanesa

 

Los contagios y las muertes por el covid-19 se incrementan por las omisiones y decisiones equivocadas del gobierno.

Hace unos días, debido a las omisiones del gobierno del Líbano, ocurrió una lamentable tragedia en el puerto de Beirut que cobró la vida de muchas personas, miles de heridos, pero, sobre todo, una gran condena internacional por la cadena de omisiones y errores en el manejo de un cargamento altamente explosivo. Finalmente, el gobierno libanés asumió su responsabilidad y anunció su renuncia.

En nuestro país existen muchos focos de riesgo ante las omisiones y decisiones equivocadas del gobierno, tanto para enfrentar la crisis del covid-19, como desde antes para enfrentar el robo de combustible, la modificación de la política energética que profundiza el abandono en Pemex y sus instalaciones estratégicas para el país, quebrantamiento del Estado de derecho,y desalentar la inversión privada internacional.

A la par de esas omisiones, el gobierno promueve una política de distracción, mediante el espectáculo mediático de capturar al exdirector general de Pemex, a pesar de que es muy probable que, finalmente, no se le sentencie culpable de los delitos que hoy se le acusa.

En un nuevo capítulo de distracción, ahora se denuncia un supuesto narco-Estado, para seguir desviando la atención de lo que es prioritario en el mundo entero, disminuir los contagios y muertes de miles de personas por el covid-19.

A pesar de todo, se reanudan muchas actividades sin los protocolos mínimos de la sana distancia o del uso adecuado del cubrebocas, sobre todo en el transporte público, en oficinas públicas y muchos comercios.

El día de ayer, Excélsior informaba que el gobierno federal ha gastado en promedio doscientos setenta y un mil pesos por cada persona hospitalizada a causa del covid-19. También, El Periódico de la Vida Nacional informaba que los 35 mil millones de pesos destinados a la atención de la pandemia multiplican por 10 la inversión proyectada originalmente.

Se vuelve fatal la dramática situación que padecen los cerca de 130 mil hospitalizados, junto con sus familias y seres queridos, cuando superamos los cincuenta mil fallecimientos por esta enfermedad.

Lo peor de todo es que siguen las omisiones, pues no se están tomando las medidas urgentes que se debieron tomar desde principios de año en que tuvimos noticia de una enfermedad que avanzaban en forma acelerada los contagios, y me refiero a los principales líderes políticos y sociales del país, quienes hubieran encabezado una campaña para que la población usara el cubrebocas, guardara la sana distancia, eliminara sus hábitos de tocarse los ojos, nariz y boca, además de lavarse constante y, adecuadamente, las manos y, de ser posible, se resguardaran las personas en sus domicilios y sólo salieran para cuestiones indispensables.

En lugar de ello, los temas de interés en materia política, al más alto nivel, siguen siendo los mismos, como si no fuera extraordinario y relevante que a diario se incrementan las tragedias familiares por el número de personas contagiadas, hospitalizadas y de fallecidas, además de la gravísima crisis económica que padecemos, por los miles de empleos perdidos, y la reducción de ingresos públicos y privados a nivel nacional.

Es insuficiente que se pretenda rendir homenaje con un minuto de silencio a las personas fallecidas a causa de esta enfermedad, cuando miles de muertes se pudieron haber evitado y se podrán evitar con el simple hecho de encabezar personalmente las acciones de prevención que la Organización Mundial de la Salud ha insistido una y otra vez para todo el mundo, en particular para países como el nuestro que adolecen de una extrema pobreza en muchos sentidos.

La desconfianza ciudadana hacia el gobierno es una grave enfermedad que padecemos y que es tan grave como la del covid-19, puesto que millones de persona no le creen al gobierno que debamos tomar en serio el “uso adecuado” del cubrebocas, de la sana distancia, el lavado de manos y las salidas de casa para lo indispensable.

Los propios gobernantes desconfían del gobierno mismo, sin entender que ya dejaron de ser oposición y ahora son gobierno.

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