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Liderazgo lento y rebasado

Armando Salinas Torre

Armando Salinas Torre

Aún estamos a tiempo para actuar más rápido que los contagios y cuidar la economía nacional.

Tenemos una nación que, históricamente, no le cree al gobierno, y tenemos un gobierno históricamente poco proclive a la verdad. Por otro lado, en forma paradójica, mucho tiempo dejamos o quisimos que el gobierno resolviera los problemas, tales como la desigualdad, la pobreza, la falta de democracia, entre muchos otros problemas.

Tenemos historias de éxito de organización social. Con motivo del terremoto de 1985 (y tristemente también en 2017), la sociedad se organizó y rebasó al gobierno que estaba pasmado ante la tragedia. Esa organización social fue un factor clave en el despertar democrático de 1988 que provocó los cambios políticos, toda vez que el régimen no respondía a las necesidades de una sociedad organizada y demandante.

A pesar de los cambios en las estructuras políticas, el terremoto de 2017 evidenció no sólo a un gobierno, sino también a una sociedad que había bajado la guardia en materia de protección civil y organización, entre otros aspectos.

En el 2020 estamos siendo espectadores de un gobierno federal que, a pesar de muchas señales que obligaban a adoptar diversas acciones y mensajes de prevención de diversas maneras, esperó, esperó y esperó a que el número de contagiados por el COVID-19 fuera de tal magnitud que lo obligara a tomar “algunas” medidas que ahora parecen insuficientes.

Hace más de una semana que el Poder Judicial federal, al igual que varios órganos jurisdiccionales federales, tomaron medidas urgentes de suspensión de labores ante lo evidente. Y ahora, incluso las acciones aisladas en varias entidades de la República o de diversas empresas con presencia a nivel nacional, para suspender la prestación de sus servicios, todos ellos con la finalidad de romper la cadena de contagios se presentan como desorganizadas y sin liderazgo eficaz.

Las acciones del jefe del Estado mexicano han estado atrás de lo que demandaba la situación, a pesar, insisto, de lo que hace más de un mes se observaba en el norte de Italia y comenzaba en España.

Es bueno que ya se están tomando ciertas decisiones, pero la velocidad para implementar varias de ellas deja mucho que desear, puesto que aún existen muchos servidores públicos que acuden a sus oficinas en transporte público a pesar de que no son indispensables para enfrentar la enfermedad, ni tampoco para cuidar que la economía continúe satisfaciendo necesidades vitales de la población.

Entendemos que ha sido la preocupación de no generar una histeria colectiva, un pánico generalizado que causara una afectación más grave que la propia enfermedad, sin embargo, ha faltado una sensibilidad mayor en el manejo del mensaje y, sobre todo, de las acciones gubernamentales.

Nosotros, la sociedad, debemos organizarnos mejor, no caer en compras de pánico (ni difundiendo mensaje que podrían provocarlo, pues muchos transmitieron videos que —sin pretenderlo— envían una imagen que no es generalizada, pero que sí genera pánico en el resto de la población); no caer en compras que no son indispensables, puesto que se genera un desabasto innecesario, como fue el caso de los cubrebocas, el gel antibacterial, entre varios otros productos. Por ejemplo, se ha insistido por especialistas lo inútil o riesgoso de usar el cubrebocas en lugares abiertos y poca afluencia de personas, además que el manejo inadecuado del cubrebocas provoca mayor riesgo de contagio, y que es más eficaz para prevenir la enfermedad suficiente para lavar las manos constantemente con el jabón normal y sobre todo, evitar absolutamente tocarnos con las manos la cara (principalmente la boca, la nariz y los ojos); esas medidas son mucho más eficaces que el uso del gel antibacterial y los cubrebocas, los cuales se acabaron en el mercado, cuando en realidad se necesitaban para las personas que adquirieran la enfermedad y evitar su contagio a los demás o en los hospitales.

Reitero que después de las graves crisis de los terremotos, de la influenza, entre muchos otros problemas, nuestra sociedad ha demostrado que si cada uno de nosotros pone de su parte para evitar caer en pánico, dejar de consultar y difundir noticias que lo generan, pero, sobre todo, asume de manera responsable y serena su propia realidad para contribuir en la solución del problema, pronto saldremos adelante de este momento complicado.

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