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Libertad controlada o salud contagiada

Armando Salinas Torre

Armando Salinas Torre

El poder público debe asumir su responsabilidad de establecer límites a la libertad que genera contagios.

Observamos en la contienda electoral del vecino país del norte a un candidato que asumió un liderazgo responsable frente a la pandemia del coronavirus, dando ejemplo de usar cubrebocas en los espacios privados, evitando las aglomeraciones en sus eventos, a diferencia del otro candidato que en forma irresponsable ha minimizado el problema que ha causado la muerte de millones de personas en el mundo, incluso puso en riesgo, supuestamente, a su esposa e hijo.

Esperamos que se envíe un mensaje al mundo, incluyendo a nuestro país, de que las cosas deben cambiar.

Sigue sin entenderse que ciertas minorías irresponsables no usen cubrebocas, no respeten la sana distancia ni tomen en serio el resto de las medidas higiénicas, exponiendo a la mayoría de la población que intenta cuidarse al máximo.

Reducir el número de contagios y el número de muertes por covid-19, para proteger el derecho humano a la salud, es una responsabilidad directa de los gobiernos municipales, estatales y federales, cada uno en el ámbito de su competencia.

A nivel federal deberíamos ver más activa a la titular de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, exigiéndole al Estado mayores medidas en favor del derecho a la salud de todos.

Una vez más, estamos perdiendo tiempo valioso para entender que uno de los valores más importantes, como lo es la libertad, está supeditado al interés público de la vida de todos y la salud pública.

Perdimos tiempo al no tomar las medidas antes de que llegara el virus, a pesar de ver lo que sucedía en Europa. Después del confinamiento en dicho continente la sociedad retomó sus actividades en forma casi normal, llenando los restaurantes y lugares turísticos, sin observar estrictamente las medidas del cubrebocas y la sana distancia.

Ahora, nadie cuestiona la existencia del rebrote en Europa, sus sistemas de salud están rebasados y están obligados a imponer medidas restrictivas y nosotros, mientras, seguimos sin aprender de ello.

En nuestro país se reabrieron las actividades económicas y, salvo algunas excepciones, podemos ver a miles de personas que acuden sin cubrebocas y sin respetar la sana distancia fuera y,  obviamente, dentro de los restaurantes, bares, centros de trabajo, en el transporte público, entre muchos otros sitios donde no hay ventilación natural.

Una minoría (que lamentablemente es numerosa) no ha cobrado conciencia de realizar sólo las actividades estrictamente necesarias de la vida cotidiana —y de preferencia mantenerse en sus hogares— para darle la oportunidad a las personas que en verdad tienen necesidad de salir a buscar el sustento de sus familias.

Por otro lado, quienes salen, deben mantener, en todo momento y en la medida de lo posible, las medidas del uso adecuado del cubrebocas, la sana distancia, lavarse las manos, no tocarse la boca o los ojos, etc., incluso continuar en nuestros hogares con ciertas medidas para evitar el contagio de nuestros seres queridos.

Es el gobierno federal quien se encuentra a la cabeza del Consejo General de Salubridad en nuestro país y es quien debe dirigir e impulsar en todos los órdenes medidas como el uso del cubrebocas, así como limitar y controlar el acceso a lugares públicos que esa minoría irresponsable no está tomando de manera voluntaria.

En la circunstancia en la que nos encontramos nada se puede dejar a la conciencia y voluntad de las personas, pues ello no está resolviendo el problema en ninguna parte del mundo.

A estas alturas, debemos comprender que mientras más nos tardemos en tomar las medidas de restricción, será más costoso en términos económicos y, sobre todo, lo más importante, en términos de vidas humanas.

Cabe mencionar que las medidas de restricción deben estar acompañadas, como siempre lo hemos mencionado, de una amplia campaña publicitaria en todos los medios, utilizando a todos los líderes de opinión para que logre penetrar en la conciencia y logre generar cambios de conducta de la sociedad, puesto que es evidente que aún no se logra involucrar a todos en este esfuerzo nacional por aislar el virus y sus contagios. Se insiste en garantizar la libertad, así sea de personas enfermas, aunque, lamentablemente, muchas de ellas vayana a perder incluso el valor supremo de la vida.

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