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¿Ilegitimidad también para 2021?

Armando Salinas Torre

Armando Salinas Torre

Es ilegítimo no garantizar mediante la autoridad del Estado que las vacunas vs. la covid-19 que compren los particulares en cualquier farmacia u hospital con sus propios medios, esté garantizada por la certificación que el gobierno debe de otorgar para todos, no sólo para quienes no puedan o no quieran pagar por la vacuna. Y se sancione efectivamente la violación de esta certificación. Un botón de muestra.

Por otro lado, nuestra sociedad polarizada no dialoga ni le interesa hacerlo, a pesar de la crisis en que estamos.

Lo que un segmento de la población dice o escribe es irrelevante para el otro. Más allá de la contundencia de los argumentos o de las pruebas de uno u otro segmento, no existe un diálogo constructivo.

Un grupo impone o pretende imponer su perspectiva a la de los demás mediante la fuerza de sus posiciones políticas, sin tomar en consideración los argumentos o las pruebas de los demás.

En contrapartida, el otro grupo o segmento de la población pareciera que sólo expone o escribe para ellos mismos, pues a los adversarios no les interesa ni les importa lo que digan o escriban los primeros.

Por ejemplo, hemos sostenido que, si bien es cierto que en una democracia, los votos que logran la mayoría otorgan legitimidad, la misma, es una legitimidad de origen. No obstante ello, el poder debe legitimarse también en el ejercicio de gobierno.

Si el gobierno no ejerce el poder en forma legítima, a pesar de su legitimidad de origen, o de que continúe gozando de popularidad, sólo será un gobierno populista, pero ilegítimo en el ejercicio.

En este sentido, es ilegítimo que quien gobierne sólo quiera ganar las siguientes elecciones a como dé lugar, ya sea chantajeando, amedrentando o insultando.

Es ilegítimo que se considere que gobernar es entregar dinero a través de los diferentes programas y restaurar el viejo modelo de corporativismo servilista del partido hegemónico para garantizar los votos y perpetuar el uso clientelar de la pobreza.

Es evidente este objetivo, puesto que quienes estuvieron al frente de los programas sociales más populistas del gobierno federal, ahora sean los principales candidatos a los puestos de elección popular.

Estoy convencido de que no hay diálogo democrático, pues es claro que quien gobierna no se dirige a sus adversarios para convencerlos, si acaso para denostarlos, por el contrario, se dirige única y exclusivamente a sus fieles seguidores que lo escuchan y siguen, con independencia de los hechos o lo que los demás digan.

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No se critica a quienes, por las condiciones de rezago social y muy pocas o nulas oportunidades laborales, reciban unos cuantos miles de pesos, con los que logren enfrentar las dificultades inmediatas. Ellos sólo son nuevamente víctimas de un modelo que aparenta ayudar, cuando en realidad lo hace para aprovecharse de su situación a cambio del voto que refuerza el poder político. Se critica a quienes dirigen dicho modelo que profundiza la crisis.

Sin duda que habrá quienes consideren que en la política únicamente interesa ganar a como dé lugar las elecciones.

Difiero de dicha perspectiva. Esa perspectiva es precisamente la que ha llevado al país a una de las mayores crisis que padecemos en la historia de las últimas décadas.

Lamento que durante el 2020 el gobierno de mi país atacó y socavó la autonomía, no sólo de órganos constitucionales autónomos que daban forma a la incipiente democracia de nuestro país, sino lo que es peor, a miembros del Poder Judicial Federal, a la libertad de prensa, a la civilidad (en contrapartida de la militarización) de las principales funciones del Estado.

Me pronuncio porque en el 2021, los demócratas sigan dando la batalla para seguir formando ciudadanos libres, autónomos e independientes que conozcan sus derechos y los defiendan. El país requiere mejores profesionistas, madres, padres, vecinos, estudiantes, servidores públicos, mexicanos que defiendan el Estado democrático de derecho.

El gobierno no sólo gobierna para quien lo eligió, sino para todos, incluso para quienes consideran sus adversarios.

 

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