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EU y Europa… sí se puede

Armando Salinas Torre

Armando Salinas Torre

Un presidente que ignoró y menospreció los riesgos del coronavirus, ignoró las más elementales recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud y la comunidad científica internacional, además de insultar y menospreciar a sus críticos, aunque ellos tuvieran razón.

Un presidente que abandonó su responsabilidad de encabezar una efectiva coordinación nacional de los esfuerzos para enfrentar la mayor amenaza: el egoísmo, que es el excesivo e inmoderado amor a sí mismo, atender desmedidamente el interés propio, desatendiendo el interés nacional.

Un presidente que se interesó más en ganar las elecciones a como diera lugar, realizando mítines y sin cubrebocas, incluso cuando ello implicara exponer a la población a incrementar los contagios y muertes por covid-19.

Un presidente que se esforzó por desmantelar el sistema de salud pública construido por las administraciones anteriores, en lugar de ubicar y revertir las debilidades que toda obra humana puede tener.

Un presidente que se ha dedicado a deslegitimar las bases de la democracia electoral que le permitió, incluso, acceder al cargo que ostenta, criticando los procedimientos y el esfuerzo social de millones de personas que integran el sistema electoral de aquel país, y llevar su obstinación a profundizar la mayor división social en la historia del vecino país del norte.

Un presidente que no ha tomado medidas urgentes, cuando está por llevarse a cabo la convocatoria para el fin de semana de mayores compras en aquel país, con la asistencia masiva a las tiendas y centros comerciales, en el contexto de una pandemia, que implicará el incremento de las probabilidades de contagio, a pesar de que ya padece de un sistema hospitalario afectado para atender la multiplicación de contagios.

Por otro lado, Europa está enseñando al mundo que es más importante cuidar y garantizar la salud y la vida de su población, por encima de la reactivación económica.

Las principales ciudades de Europa vuelven a restringir actividades económicas, y sus líderes están dispuestos a asumir la responsabilidad y el costo económico-político que implique apoyar económica, financiera y fiscalmente a ciertos segmentos productivos y comerciales de sus países, así como limitar y ordenar el cierre de muchos negocios, con la finalidad de evitar el contagio de sus habitantes.

Las medidas que está adoptando Europa son difíciles y amargas para la sociedad europea, pero se tienen que realizar para ganar el tiempo que se requiere para que concluyan las pruebas de las vacunas que se están desarrollando, así como los meses que se requieran para aplicárselas a la mayoría de la población.

En este contexto, el virtual presidente electo del vecino país del norte,  Joe Biden, ha comenzado a dirigir un discurso incluyente, conciliador, pero de una urgente convocatoria ante la crisis, señalando que el actual presidente debe trabajar coordinadamente con él, con la finalidad de evitar el mayor número de muertes posibles en los próximos meses; sin duda, esa convocatoria abarca a todos los gobernadores, líderes de su país y del mundo.

La comunidad farmacéutica más avanzada del mundo respondió a esa convocatoria desde antes, al anunciar, después de las elecciones, los extraordinarios resultados de sus vacunas, con la finalidad de no influir equivocadamente en el ánimo de los votantes, toda vez que hasta dentro de algunos meses podrá comenzar a aplicarse y, a pesar de ello, el propio presidente electo destaca en sus mensajes que aún no se deben relajar las medidas de distanciamiento social, el uso de cubrebocas y demás medidas sanitarias.

Dos de las civilizaciones más influyentes en la formación de nuestra cultura nacional están tomando acciones que debieran una vez más servirnos de orientación para enfrentar similares retos: en el vecino país del norte el populismo autoritario e ignorante de su presidente está siendo reemplazado por el electorado de su país; lo cual nos enseña que sí se puede.

Por otro lado, Europa también nos enseña que sí se puede disminuir las probabilidades de contagio y las muertes por covid-19, aunque ello implique hacer mayores esfuerzos socioeconómicos, sin duda alguna que habrá protestas y un costo político, pero claro que el Estado sí puede y debe imponer las medidas necesarias que eviten mayores contagios y muertes.

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