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Ingrid Escamilla

Armando Ríos Piter

Armando Ríos Piter

 

Por una #SociedadHorizontal

 

El asesinato de Ingrid Escamilla es un ejemplo más de la degradación que sufre el tejido social en nuestro país. Las escenas brutales que fueron publicadas por medios de comunicación exhiben también terribles distorsiones éticas. El hecho de haber filtrado las fotografías del cuerpo sin vida de Ingrid requeriría, por sí mismo, fuertes sanciones por parte de la autoridad, quienes hicieron dicha difusión.

La noticia volvió a poner en la vitrina la grave problemática de violencia contra las mujeres que vive nuestro país. Organizaciones feministas hicieron marchas en la CDMX y exigieron respuestas por parte del titular del Poder Ejecutivo. La molestia se agravó debido a la propuesta del fiscal Gertz Manero de tipificar como “homicidio con agravantes” al feminicidio, misma que generó fuertes reacciones en contra, por considerarla una regresión.

El tema tuvo una fuerte presencia en las redes sociales. Un importante grupo de usuarios se mostró preocupado por la situación que priva en México, además de que usaron ese espacio para compartir los avances en la investigación sobre el caso de Ingrid. Lamentaron que esto suceda en México y se mostraron indignados por la falta de resolución de los casos de feminicidios, violaciones y desapariciones de mujeres.

Otro segmento buscó “invisibilizar” el tema de la violencia de género mencionando que diariamente hay más hombres asesinados que mujeres y no se hace nada por ellos. Incluso hubo posiciones más agresivas que realizaron burlas a lo sucedido con Ingrid y sostuvieron que a las víctimas de violencia de género nadie las manda a estar con hombres violentos.

Una última parte de la discusión digital se destinó a criticar el comentario del presidente López Obrador, quien, en su conferencia mañanera, dijo que ya se había hablado mucho del tema de feminicidio, lo cual se interpretó como un desdén al problema y un mayor interés de su parte por la rifa del avión presidencial. Pese a que AMLO se disculpó, su declaración fue ampliamente difundida por los medios tradicionales y usuarios digitales. En mi opinión, la política para evitar la violencia contra las mujeres ha sido ampliamente infructuosa. Es fundamental buscar nuevas rutas y, sobre todo, evitar que el tema de violencia de género sólo cobre vigencia cuando se presenta un caso mediático como el de Ingrid.

En 2019, alrededor de tres mil mujeres fueron asesinadas “por el simple hecho de ser mujeres” en nuestro país. Según datos de la Fiscalía General, en los últimos cinco años el feminicidio se incrementó 137% y su evolución histórica ha registrado un crecimiento constante. En nuestro país se mata diariamente a 11 personas por el simple hecho de ser mujeres. Adicionalmente, en 2018, la sensación de inseguridad pasó de 74.7% a 82.1% según la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (Envipe 2018), principalmente en cajeros automáticos en vía pública, transporte público, en la calle, carreteras y mercados. Veracruz, seguido por el Estado de México, son las entidades más peligrosas de acuerdo con el Sistema Nacional de Seguridad Pública, mientras que los municipios con más feminicidios son Ciudad Juárez, Chihuahua, Culiacán, Monterrey, Acapulco y Ecatepec. 

Las cifras son tan graves, que la ONU lo ha calificado como una “pandemia”. Hasta el momento, el Sistema Nacional de Prevención, Atención, Sanción y Erradicación de la Violencia contra las Mujeres ha sido sumamente ineficaz, por lo que es indispensable pensar en nuevos instrumentos. Por lo pronto, para construir una #SociedadHorizontal es importante que el activismo y la organización femenina se profundicen, tanto para mantener levantada la voz como para articular mecanismos sociales que den respuestas ahí donde el Estado, hasta el momento, está resultando inútil.

Es fundamental rebasar la polarización absurda en este tema. El valor superior que está en peligro es la vida de las mujeres. México sólo podrá alcanzar sus objetivos de crecimiento y desarrollo cuando ellas tengan una participación plena en la economía, la sociedad y la política. El caso de Ingrid puede servir como un episodio que marque un antes y un después en el compromiso que hagamos como sociedad para combatir y acabar con este flagelo. El gobierno aún tiene la oportunidad de aliarse con las mujeres organizadas para alcanzar este objetivo.

 

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